Por Francisco López Vargas
Leía hace unos días que Ivonne Aracely Ortega Pacheco quiere ser candidata presidencial. Vaya que la señora encontró su vocación: para no ser letrada –se dice licenciada- hasta un libro nos dice que escribió y ahora quiere ser la máxima autoridad del país. La pregunta es ¿para qué?
La estela de recuerdos que dejó a su paso por Yucatán pareciera que le apuesta no sea conocida fuera de su tierra. La compra de los cientos de hectáreas de Dzemul, el Hospital de Ticul aún sin terminar y el Museo Maya son parte de esa historia de terror que, a ratos, no sabe uno si fueron saqueos para su propio provecho, como dicen algunos, o sólo para financiar la campaña de Enrique Peña Nieto, como dicen otros.
Para nadie es un secreto que el esquema usado para la edificación del Museo y el Hospital se conocen como Proyectos de Prestación de Servicios (PPS) y que allá en 2011 le pidió al Congreso le dieran el visto bueno.
Lo que les dijo a los legisladores y los que éstos aprobaron, según leímos, fue un presupuesto de $411 millones para edificar un Museo que usó todo el acervo de otros para crear su propia museografía. Según ese dicho, el Museo se comprometería anualmente a pagar $33 millones, con el aval de las participaciones federales. Es decir, si el gobierno suyo o los siguientes no pagaban, el empresario Carlos Hank Rhon, cabeza visible del Grupo Hermés, realizadora de la obra, recibiría su pago afectando los ingresos federales del gobierno en turno.
Sin embargo, hoy se sabe que esa amortización es siete veces mayor al llegar a $221 millones, es decir, casi $18.5 millones mensuales para un inmueble cuyos ingresos anualizados no llegan a $6.5 millones al año. Al final, la obra costará $4,643 millones de pesos y nos los $411 millones que aprobaron los diputados.
El esquema lo repitió en el hoy abandonado Hospital de Ticul que se convierte en un elefante blanco ejemplo del dispendio: ni se construyó y si se gastó un dinero de manera inútil que le sigue costando al gobierno de Rolando Zapata. ¿Quién la castigó? Nadie sabe y nadie supo. Ivonne Ortega engañó (¿?) al Congreso y a los ciudadanos.
Así, el Museo tiene un contrato para cubrir su adeudo con la Promotora de Cultura Yaxché, S.A. de C.V. De acuerdo con el Registro de Obligaciones Financiera y Entidades Federativas, Municipios y Organismos, dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, existe una obligación en garantía para esa empresa por $770 millones, pero no detalla más datos, como el del pago de la anualidad.
La cifra, que se cita en el anexo 16 del Decreto 246/2014, es de $221 millones al año y las coloca como asignaciones presupuestales para los compromisos multianuales de ese año: “Gran Museo del Mundo Maya (contrato PPS).
Fecha de inicio, primero de septiembre de 2012. Duración, 21 años. Importe en presupuesto 2015, $221.142,822”, a razón de $18.428,568 al mes.
El Decreto 246/2014, con la fecha de inicio del PPS del Museo es del uno de septiembre de 2012, es hasta 2014 cuando empezó el pago, según admite Jorge Esma Bazán, responsable del Museo.
En rueda de prensa informó que en 2014 empezarían los pagos a Grupo Hermés y en el presupuesto que recibió el Congreso la partida es de $219.4 millones.
Aunque nadie lo dijo, serán los próximos tres gobiernos los que paguen la obra de Ivonne. Un museo cuya museografía se sacó de otros museos para vestir una obra que de $411 millones pasó a 4 mil 643 millones de pesos.
En el caso del Hospital de Ticul la información es más difusa, sobre todo porque ese nosocomio sigue en obra negra y es un tema tabú para el gobierno local. Nadie habla de eso y cada vez que se saca el tema es como si se hablara del Diablo.
Ivonne Ortega tiene todo el derecho de ser aspirante a presidenta, tiene todo derecho a pretender hacer de su vida lo que ella considere, pero la impudicia de su conducta asusta no sólo por la desfachatez con la que se conduce, sino por la manera como ella misma se presenta.
Dicen que en política es tan importante tener la lengua corta cuando se tiene el rabo largo como no tener esqueletos en clóset que puedan hacer naufragar una aspiración.
Hoy, cuando el tiempo ha pasado, se puede ver con claridad quién fue y qué hizo Ivonne, como también quién es y qué hizo Renán Barrera Concha con su obsesión por las luminarias que todos los yucatecos y meridanos en particular terminaremos pagando, pero ese tema todavía no está zanjado y vaya que nos dará espacio para más. Al tiempo.