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Y entonces ¿para qué sirve la política?

Alonso Ronald Ortiz Garcia
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Por: Alonso Ronald Ortiz García.

@RonaldOrtizG

En artículos anteriores he hablado de la mentira como recurso
político y también de lo poco valorada que es la participación en el espacio
público. Ambas ideas son expresiones de una misma situación: la crisis de la
política y de lo político.

El curso del tiempo ha hecho que nos decepcionemos de la
política. Hemos separado a los políticos del resto de la humanidad: ellos son
los culpables de todos los males sociales. Por eso, para sanar a la sociedad,
hay que aniquilar la política.

Este pensamiento antipolítico nos ha dado políticos que se
“venden” como no políticos, partidos que se expresan como no-partidos
e incluso gobiernos y Estados que se expresan como ONGs o empresas
privadas.

Este conjunto de construcciones parten de la misma crisis: la
degradación de la política.

¿Genera vacío? Para algunos si, para otros quizá no -ya
platicamos sobre el caso de los idiotas-pero en este ir y venir de reflexiones
es posible preguntarnos… y entonces ¿para qué sirve la política?

El primer paso para revalorizar la política es entender a que
nos referimos cuando hablamos de ella.

Bernard Crick define la política como la actividad mediante la
cual se concilian intereses divergentes persiguiendo – nada más ni nada menos-
que la preservación de una comunidad. Visto así, tenemos dos opciones: la
política o la guerra.

Se cuenta que los revolucionarios mexicanos llegaron a la
convención todavía con olor a pólvora. En esta imagen aparece claramente una
transición deseable, una transición básica para la fundación -o refundación- de
cualquier Estado: pasar de la guerra a la política.

Entonces, la política no hace desaparecer el conflicto social,
sólo le articula para que este no escale a grados de violencia incontrolables,
de ahí su utilidad.

Ante la pregunta del ¿para que sirve la política?, podemos
responder que el quehacer político tiene como principal valor la preservación
de una comunidad haciendo habitable el conflicto social.

Es mediante la política que le damos valor a la palabra, al
debate de ideas, a la contraposición de programas que conducirán necesariamente
en deliberación y toma de decisiones.

La política no prospera en la guerra, tampoco lo es bajo la idea
de aniquilar al que piensa diferente y avanza lentamente frenta a discursos del
tipo “si no estas conmigo, estás contra mi” (Trump ahora, Bush
antes).

Preocupa -al menos a mi- que elementos de ese discurso
antipolítico se reproduzcan en tiempos electorales; con candidatos que desdeñan
instituciones, enrarecido el ánimo social, sin reparar en las implicaciones de
sus dichos.

Porque la política jamás podrá ser facultad de uno solo, su
utilidad, su verdadero valor, solo es posible en compañía del otro.

Dejo, a manera de cierre, el diálogo entre Creonte y Hemón que
aparece en la Antígona de Sófocles. Creo que constituye en si mismo un ensayo
sobre el valor de la política:

CREONTE: ¿Acaso alguien que no sea yo puede dar órdenes en esta
polis?

HEMÓN: No sería una polis si acatara las órdenes de un solo
hombre.

CREONTE: Por tradición, la polis es de quien la gobierna.

HEMÓN: Sólo en un desierto podrías gobernar perfectamente en
solitario.

Alonso Ronald Ortiz Garcia
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