Por Marco Antonio Cortez Navarrete
A lo largo de mis 46 años de ejercicio periodístico fueron muy contadas las ocasiones que tuve contacto con el profesor Francisco Brito Herrera, quien dirigió el Centro de Reinserción Social (Cereso) de Mérida durante más de tres décadas y falleció de manera repentina en días pasados.
La ausencia del profesor Brito, hombre de absoluta lealtad a Víctor Manuel Cervera Pacheco, ex gobernador y también extinto, representa una pérdida significativa para el sistema penitenciario de Yucatán y para el Gobierno del Estado.
Su partida deja un vacío en una institución que, bajo su liderazgo, se destacó por su orden, disciplina y enfoque en la reinserción social.
Como ya publicaron los medios de comunicación Brito Herrera asumió la dirección del Cereso de Mérida en 1996, en un periodo crítico marcado por un motín que resultó en varias muertes. Desde entonces, logró transformar el penal en uno de los más tranquilos del país, sin registrar motines graves durante su gestión.
Su enfoque se centró en mantener un ambiente de orden y disciplina, evitando conflictos internos y promoviendo la rehabilitación de los internos.
Bajo su liderazgo, el Cereso implementó programas de capacitación laboral, actividades deportivas y talleres culturales, contribuyendo a la reintegración social de los internos . Además, la población penitenciaria disminuyó en un 30% gracias a la implementación del nuevo sistema de justicia penal en Yucatán.
No tengo la menor duda que la pérdida de Francisco Brito representa un desafío para el Gobierno del Estado de Yucatán, ya que su experiencia y liderazgo eran fundamentales para la estabilidad del sistema penitenciario. Su capacidad para mantener el orden y la disciplina en el Cereso de Mérida fue reconocida por diversos gobernadores, quienes ratificaron su cargo en múltiples ocasiones.
El Gobierno del Estado enfrenta ahora el reto de encontrar un sucesor que continúe con la labor de reinserción social y mantenga la paz en el penal, aspectos que fueron pilares durante la gestión de Brito Herrera. La transición en la dirección del Cereso será crucial para asegurar la continuidad de los programas implementados y para mantener la confianza de la sociedad en el sistema penitenciario estatal.
En resumen, el fallecimiento de Francisco Brito Herrera marca el fin de una era de estabilidad y orden en el sistema penitenciario de Yucatán. Su legado perdurará como un ejemplo de liderazgo comprometido con la reinserción social y el respeto a los derechos humanos.
Hasta aquí mi comentario.
Sean felices