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El legado vikingo profundamente tejido en la historia de Europa

Marco Cortez Navarrete
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Por Marco Antonio Cortez Navarrete

Después de ver en dos ocasiones la serie “Vikingos” que usted puede ubicar en la plataforma de Netflix (integrada en seis temporadas) me atrevo a resaltar la esencia y el simbolismo de la cultura nórdica ancestral. Espero sea de su interés.

— La cultura vikinga es un canto de guerra y viento, una sinfonía de dioses y destinos entrelazados. No se trata solo de espadas y conquistas, sino de un pueblo que miró el horizonte con el corazón inflamado por los dioses antiguos. Como Ragnar Lothbrok, el granjero que se atrevió a desafiar a reyes y dioses por igual, los vikingos no temían lo desconocido. Navegaban impulsados por visiones, profecías y la promesa de la gloria en el Valhalla. Creían que la vida era breve, pero que el honor podía ser eterno.

Su mitología, tejida de gigantes, mundos superpuestos y un árbol cósmico llamado Yggdrasil, formaba la base de su identidad. Lagertha, escudo en mano, encarnaba la fuerza femenina venerada en su sociedad, donde las mujeres podían ser líderes, guerreras y tejedoras del destino. Floki, el constructor de barcos, era más que un loco: representaba la conexión entre la creación humana y la inspiración divina, pues cada embarcación era un acto de fe hacia el mar y los dioses. El choque con el cristianismo, tan profundamente vivido por Ivar el Deshuesado y el rey Ecbert, fue también un conflicto de mundos y almas: uno guiado por la espada, el otro por la cruz.

Pero los vikingos no fueron solo conquistadores, sino también sembradores de cultura. Fundaron ciudades como Dublín y dejaron huellas en idiomas, leyes y costumbres que aún viven en Europa. El espíritu de Ubbe, navegando hacia el oeste en busca de nuevas tierras, representa la esencia más pura de su legado: no destruir, sino descubrir. En esa travesía hay algo profundamente humano, casi eterno: la búsqueda de sentido más allá del mar, más allá de los dioses, más allá del tiempo.

En cada tormenta, en cada canto ancestral, resuena todavía la voz de los antiguos nórdicos. Su legado no está enterrado bajo la nieve, sino vivo en el imaginario moderno, revivido por obras como la serie Vikingos. Es ahí donde personajes como Helga, Torvi y Bjorn nos recuerdan que los vikingos no eran solo mitos o salvajes, sino hombres y mujeres que amaban, sufrían, creían y soñaban con la misma intensidad que nosotros.

Y así, como el eco de un cuerno de guerra entre los fiordos, la cultura vikinga sigue llamando a quienes se atreven a mirar el horizonte y preguntar, como Ragnar: ¿Y si hay algo más allá de todo esto?

Gracias por su atención.

Marco Cortez Navarrete
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