Por Marco Antonio Cortez Navarrete
Con la elección de Robert Francis Prevost, León XIV, como máximo representante de la Iglesia Católica se profundiza el desplazamiento del eje del poder religioso que por siglos se asentó en Europa y especialmente en Italia.
Un Papa originario de EEUU y con nacionalidad peruana refleja un cambio hacia el hemisferio occidental y una Iglesia más global tomando en cuenta que el Sumo Pontífice no representa a su país de origen, no obstante, la coincidencia de un Papa estadounidense bien podría generar fricciones en un mundo polarizado.
Estimo que algunos gobiernos podrían percibir al Vaticano como más cercano a Washington —lo cual complicaría la diplomacia— podrían ser China, Rusia e Irán, entre otros
No tengo duda que la elección de un Papa estadounidense sin duda atraerá una enorme atención de los medios globales y bien podría acercar a los sectores políticos de EEUU, que, por cierto, no es un país con más católicos como si en cambio lo son Brasil y México.
Checando algunos medios internacionales me entero que León XIV trabajó muy cerca de su antecesor Francisco por lo que su papado podría ser interpretado como de continuidad, con énfasis en la reforma eclesial, la descentralización del poder y la escucha del Pueblo de Dios.
No obstante también podría marcar su propio estilo, quizás con mayor enfoque en la institucionalidad y la diplomacia.
Robert Francis Prevost, estadounidense nacido en Chicago, naturalizado peruano, de 69 años, de la orden de los Agustinos, es el nuevo Sumo Pontífice, el número 267 de la historia y el segundo del continente americano junto con su antecesor Francisco, de Argentina.
Para finalizar debo decir que a León XIV se le conoce por su estabilidad doctrinal con sensibilidad pastoral, no se le conoce como un radical, sino como alguien equilibrado, lo que podría sugerir una Iglesia que busca unidad entre los sectores conservadores y progresistas.