Una importante operación de detención tuvo lugar este domingo en la capital de Yemen, Sanaá, cuando el grupo rebelde Ansar Allah (los hutíes) arrestó a veinte empleados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y confiscó equipos de comunicación en una de sus instalaciones.
Según el portavoz de la coordinación residente de la ONU para Yemen, Jean Alam, “los detenidos incluyen cinco ciudadanos yemeníes y quince miembros internacionales del personal”. Además, otros once trabajadores de la ONU fueron interrogados y luego liberados.
El incidente se localiza en el barrio de Hada, al suroeste de Sanaá, y también implicó el decomiso de teléfonos, servidores y ordenadores de la instalación humanitaria.
La ONU declaró que está en contacto directo con los hutíes y otras partes relevantes para “resolver esta grave situación lo más rápido posible, poner fin a la detención de todo el personal y restablecer el control total sobre sus instalaciones en Sanaá”.
Este suceso se enmarca en una campaña más amplia del grupo hutí para presionar a organismos internacionales y limitar sus operaciones en las zonas que controla. En enero de este año, por ejemplo, detenciones previas de personal de la ONU ya habían llevado a la suspensión de actividades en la provincia norteña de Saada.
Para la comunidad humanitaria y el mismo sistema de la ONU, la detención de personal y la confiscación de equipamiento representan un grave obstáculo para la entrega de asistencia vital en un país que atraviesa una prolongada crisis. Un portavoz de la ONU advirtió que la capacidad de la organización “para operar en Yemen y brindar ayuda crítica” está siendo afectada seriamente.
Hasta esta fecha, se estima que más de cincuenta trabajadores de la ONU han sido detenidos en territorios controlados por los hutíes desde 2021, lo que evidencia la magnitud del problema.
No se ha divulgado públicamente una versión oficial del grupo hutí que explique los motivos exactos de la detención de estos empleados. Sin embargo, en ocasiones anteriores los hutíes han acusado sin presentar pruebas de que miembros de organismos internacionales actuaban como espías, lo cual la ONU ha rechazado.
Este evento se suma a la compleja situación humanitaria y de seguridad en Yemen, donde el conflicto prolongado complicaba ya con anterioridad la distribución de comida, atención médica y otros auxilios a millones de personas. Las redadas y detenciones en entornos humanitarios agravan aún más los desafíos para el acceso y la protección del personal que trabaja en terreno.


