México y Estados Unidos afrontan una contienda sanitaria y comercial debido al resurgimiento del gusano barrenador del ganado, una plaga que parecía erradicada pero que ha reaparecido en el sur del país, especialmente en el estado de Chiapas. Las implicaciones económicas, políticas y de salud han desatado una tensión sin precedentes entre ambos países.
La plaga es causada por la mosca Cochliomyia hominivorax, cuyas larvas se instalan dentro de la carne viva de animales con heridas, provocando una enfermedad parasitaria llamada miasis. Aunque históricamente este insecto fue erradicado de México en 1991, durante 2025 las autoridades detectaron casos en ganado y humanos, lo que activó mecanismos de emergencia sanitaria. Según reportes, México ha confirmado al menos 13 casos humanos de miasis por gusano barrenador, con 11 de ellos en Chiapas y dos en Campeche. En respuesta, EE. UU. anunció la suspensión inmediata de las importaciones de ganado vivo desde México citando el riesgo sanitario. “La última vez que esta devastadora plaga invadió Estados Unidos, nuestra industria ganadera tardó 30 años en recuperarse. Esto no puede volver a suceder”, declaró la secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins.
La medida generó un choque diplomático: el secretario de Agricultura de México, Julio Berdegué, calificó la suspensión como “unilateral” y argumentó que no contribuye al esfuerzo conjunto contra la plaga. A lo largo de los meses siguientes, ambas naciones han debatido protocolos de colaboración, restricciones aduaneras, vapuleos al comercio y capacidades técnicas para erradicar la amenaza.
Una de las estrategias más prominentes es la liberación de moscas estériles para controlar la reproducción natural del insecto. En este sentido, EE. UU. comprometió 21 millones de dólares para rehabilitar una planta de producción de moscas estériles en Metapa de Domínguez, Chiapas, con el objetivo de generar hasta 100 millones de insectos adicionales por semana. También se proyecta la construcción de otra instalación en Texas. Ambos países han retomado cooperación bajo mecanismos que alguna vez funcionaron, como la Comisión México‑Americana para la Erradicación del Gusano Barrenador (Comexa), establecida en 1972.
En julio de 2025, tras semanas de diálogo y avances técnicos, Estados Unidos anunció la reapertura gradual de su frontera al ganado mexicano, con efecto a partir del 7 de julio, apoyándose en los protocolos sanitarios implementados en México y la vigilancia reforzada. La reactivación se hará de forma progresiva en puntos fronterizos estratégicos, condicionada al cumplimiento de medidas sanitarias y de control.
No obstante, el costo de la lucha ha sido elevado: las restricciones comerciales afectan a productores mexicanos, mientras que la gestión sanitaria implica recursos significativos en investigación, monitoreo, producción de moscas estériles y controles fronterizos. La presión político‑diplomática se suma al sacrificio de sectores ganaderos locales. Y aunque ambos gobiernos han manifestado voluntad de cooperación, la tensión política sigue latente.
En el fondo de este conflicto reside un dilema: conciliar la seguridad sanitaria con la estabilidad comercial y la soberanía nacional. Chiapas, la región más afectada por la plaga, se ha convertido en el laboratorio donde convergen ciencia, diplomacia y economía para contener al gusano barrenador antes de que se propague hacia el norte.


