Por Marco Antonio Cortez Navarrete
Ya lo dije en varias ocasiones, no se cuantas, ya perdí la cuenta, pero hay les va de nuevo: la seguridad pública es un pilar fundamental para el desarrollo y la estabilidad de cualquier estado de la República Mexicana.
La seguridad pública protege los derechos fundamentales de las personas, como la vida, la integridad, la propiedad y la libertad y cuando un estado asegura un entorno seguro, permite que las personas vivan sin miedo a ser víctimas de delitos.
Y este es el caso de la seguridad pública de Yucatán cuyos poco más de 4 mil elementos —el 90 por ciento de origen yucateco, debidamente capacitados, equipados y apoyados en tecnologías de reciente generación— representa el eje esencial para el desarrollo económico y la estabilidad social de la entidad, máxime que en los últimos años miles de familias de todas partes del país y del extranjero han migrado a la tierra del Faisán y del Venado buscando estabilidad, seguridad, paz, y mejor calidad de vida.
Digo lo anterior porque ayer domingo Joaquín Díaz Mena, gobernador del estado, sostuvo —para mí, no tan solo interesante dialogo, sino el más importante— con Luis Felipe Saidén Ojeda, titular estatal de la Secretaría de Seguridad Pública. El diálogo se llevó al cabo en el pódcast (medio digital que se centra en temas específicos de la administración estatal) que conduce el propio gobernante
Quiero dejar en claro que la SSP no es perfecta, obvio, nadie es perfecto; sus integrantes son seres humanos y todos los humanos cometemos errores. No obstante la secretaría es un organismo perfectible y tiene un invaluable sistema y estrategias de corto, mediano y largo plazos que aseguran su pertinencia y su estabilidad.
Es una realidad que las inversiones y el crecimiento económico de Yucatán requieren un entorno seguro; todas y todos sabemos bien que la inseguridad genera desconfianza en los inversionistas, afecta el turismo, y limita el desarrollo de negocios.
Recordemos que cuando hay seguridad las familias pueden salir, trabajar, estudiar y convivir con mayor tranquilidad, no así cuando hay violencia y se deteriora el tejido social.
Es importante enfatizar que más allá del color del partido político que ostenta el poder o los poderes, sea federal, estatal o municipal un sistema de seguridad pública justo y eficiente ayuda a prevenir conflictos, resolverlos pacíficamente y evitar que escalen. Además, fomenta la participación ciudadana y la confianza en las instituciones.
En resumen, la seguridad pública no es solo responsabilidad del gobierno, sino una condición necesaria para prosperar en lo social, económico y político. La seguridad bien gestionada permite a la ciudadanía ejercer sus derechos y a las instituciones funcionar con eficacia.
Finalmente deseo subrayar que con un buen sistema y estrategia de seguridad —como el implementado por la SSP—, no solo se enfoca en la reacción ante el crimen, sino en la prevención; implica políticas públicas que atiendan causas profundas como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
Por el momento es todo y les envío mis mejores deseos y mucho éxito para la semana laboral que inicia. Sean felices.