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Los perros: amigos, confidentes y miembros del núcleo familiar

Marco Cortez Navarrete
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Por Marco Antonio Cortez Navarrete

La relación entre el ser humano y el perro es, sin duda, una de las más antiguas y profundas que existen entre dos especies distintas.

A lo largo de milenios, esta conexión ha evolucionado desde una alianza de supervivencia hasta convertirse en un vínculo emocional y ético, basado en el afecto, la lealtad y la responsabilidad.

Los primeros indicios de domesticación del perro se remontan a más de 15 mil años atrás. En tiempos prehistóricos, los lobos comenzaron a acercarse a los asentamientos humanos en busca de alimento.

Los más dóciles fueron aceptados por los humanos, iniciando así un proceso de domesticación que transformaría al lobo en el perro que hoy conocemos.

Durante siglos, el perro fue un aliado imprescindible: ayudaba a cazar, protegía las viviendas y cuidaba el ganado. A cambio, recibía comida, refugio y protección. Era una relación funcional, de mutuo beneficio, en la que cada uno tenía un rol esencial.

Sin embargo, la historia no se quedó ahí. Con el paso del tiempo, la relación trascendió lo práctico y se volvió profundamente emocional. Los perros comenzaron a formar parte de la vida cotidiana del ser humano no solo como ayudantes, sino como amigos, confidentes y miembros del núcleo familiar.

Hoy, millones de personas en todo el mundo consideran a sus perros como parte inseparable de sus vidas. La capacidad del perro para leer gestos, comprender emociones humanas y responder con afecto lo convierte en un ser único. No en vano se le conoce como “el mejor amigo del hombre”.

Desde la mitología egipcia hasta las leyendas prehispánicas de América, los perros han ocupado un lugar destacado en diversas culturas. Son símbolo de fidelidad, guardianes del más allá, acompañantes del alma y protectores del hogar. En el arte, la literatura y el cine, la figura del perro refleja valores humanos como el coraje, la lealtad y el amor incondicional.

En la actualidad, este vínculo conlleva también un compromiso ético. Adoptar o tener un perro implica cuidar de su bienestar físico y emocional. Requiere responsabilidad, respeto por sus derechos y conciencia sobre su lugar en la vida moderna.

Los perros no son objetos ni simples mascotas: son seres sintientes, con necesidades, emociones y una capacidad única de dar amor sin condiciones. Así como ellos han evolucionado para vivir con nosotros, nosotros debemos seguir evolucionando para tratarlos con la dignidad que merecen.

La relación entre el hombre y el perro es una historia viva de afecto, cooperación y evolución compartida. Es un espejo donde se reflejan tanto nuestras virtudes como nuestras responsabilidades. Al mirar a un perro a los ojos, no solo vemos a un animal fiel: vemos a un compañero de viaje en el largo camino de la humanidad.

Espero que mi comentario sea de su interés. Excelente día.
Hasta la próxima amigas y amigos

Marco Cortez Navarrete
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