Lic José Justo López Marcin
Esta es una de las preguntas más frecuentes en el mundo de los seguros, y con justa razón. Muchas personas se cuestionan si en verdad funcionan. En este artículo vamos a analizarlo de forma clara y honesta.
Para comenzar, es fundamental entender que todo seguro es un contrato. Y como cualquier contrato, se rige por el principio jurídico de “Pacta sunt servanda”, que significa: lo pactado obliga. Es decir, ambas partes la aseguradora y el asegurado deben cumplir con lo establecido.
Entonces, ¿por qué es tan común escuchar en la calle frases como “los seguros no pagan”?. Lamentablemente, esto se debe a la escasa cultura del seguro que existe en muchos sectores de la población. Es común que algunas personas esperan contratar un seguro muy barato, que lo cubra absolutamente todo, y que no implique ningún gasto adicional al momento de un siniestro. Pequeño spoiler: los seguros no funcionan así.
Pero no nos quedemos solo con el lado negativo. También es importante ver el vaso medio lleno. Un seguro es, en esencia, la mejor herramienta para transferir tus riesgos. En lugar de verlo como un gasto innecesario, deberíamos comprender que se trata de una inversión en la protección de lo más valioso que tenemos: nuestra salud, nuestro patrimonio o nuestra empresa. Un seguro te respalda económicamente cuando ocurre lo inesperado.
Datos que desmontan mitos
Para cambiar esta percepción, veamos algunos datos concretos. En México, las aseguradoras pagan más de 25 millones de pesos diarios por siniestros causados por fenómenos hidrometeorológicos como inundaciones, granizo o huracanes, según cifras de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).
Esto es posible gracias al trabajo responsable de agentes que asesoran correctamente a sus clientes, ofreciendo coberturas adecuadas a sus necesidades.
Y también, claro, gracias a los asegurados que entienden sus derechos, leen sus pólizas y conocen qué está y qué no está cubierto. Porque conocer tu contrato es tan importante como contratar el seguro en sí.
El problema de la mala asesoríaUna de las principales razones por las que muchas personas desconfían de los seguros es la mala asesoría. Contratar un seguro sin la guía adecuada puede terminar en verdaderos desastres financieros.
Por eso, es clave elegir un agente capacitado, especializado en el tipo de seguro que necesitas. Consulta con conocidos, investiga referencias y asegúrate de que el agente te acompañe en el proceso, antes, durante y después de un siniestro.
Cada póliza es distinta, por lo que la atención debe ser personalizada.
Y ojo: la responsabilidad no recae solo en el agente. Como asegurados, también tenemos la obligación de leer y comprender las condiciones del contrato. Si hay algo que no entiendes, pregunta. Exige claridad. Acércate a un profesional que te pueda orientar. Un buen seguro comienza con una buena comprensión.
En conclusión…
Sí, los seguros sí pagan y sí funcionan. Si no fuera así, no existirían desde hace más de 5,000 años, desde las primeras formas en la antigua Mesopotamia hasta las complejas pólizas actuales.
El verdadero reto no es comprobar si los seguros funcionan, sino elegir el seguro
correcto:
● uno que se adapte a tus necesidades,
● que esté respaldado por una aseguradora solvente,
● y que te inspire confianza desde el momento de la contratación.
Deja de ver el seguro como un gasto más. Comienza a verlo como lo que es: una inversión en la seguridad de tu futuro y el de tus seres queridos.
Finalmente, te invito a revisar sus pólizas actuales y, si tienes dudas, consultes con un experto. Y si aún no estás asegurado, recuerda que el mejor momento para protegerte es ahora. Porque si algo está estipulado en tu contrato de seguro, la aseguradora tiene la obligación legal de cumplirlo.