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Uniendo corazones

Victor Corcoba Herrero
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Algo más que palabras, por: Víctor Corcoba Herrero

Escritor / corcoba@telefonica.net

Como decía Madre
Teresa de Calcuta (1910-1997),
misionera de origen albanés naturalizada india, “el que no vive para servir, no
sirve para vivir”. ¡Qué gran axioma!

Ante tantas trágicas realidades que nos circundan, debemos unir
nuestros corazones, pues nadie puede lavarse las manos ante nada si no quiere
ser cómplice. Precisamente, si hoy triunfa tanto la falsedad, es por ese
espíritu de complots, puesto que la verdad siempre triunfa por sí misma. Fruto
de esa autenticidad humana, nace la unión, que es la que nos hace fuertes. A
los hechos me remito. Si Irán está sujeto al régimen de verificación nuclear más estricto del mundo, es debido a un Plan
de Acción Integral Conjunto, lo cual representa un logro significativo en
materia de control. Es notorio que no hay otra manera de avanzar armónicamente
que sumando fuerzas. No es de recibo, entonces, mirar hacia otra parte y expresar
nuestra ignorancia o nuestra inocencia. Está visto, que todos podemos hacer
mucho más por todos, a poco que lo intentemos, y salgamos de nuestra
hipocresía, afrontando multitud de problemas que son comunes y cuya solución ha
de ser global.

Yo creo que el mundo ha de universalizar los compromisos para la
construcción de una sociedad pacífica, orientada a la libertad, a la justicia y
a la solidaridad. Nos hemos globalizado, pero ahora nos falta ese coraje vinculado
de hacer mundo, conviviendo más y mejor, desde el respeto más íntegro hacia
cualquier ser vivo. También la cobardía es un consentimiento que no podemos
admitir. No olvidemos que estamos llamados a ser ciudadanos de alma, con lo que
esto supone, para nuestra hoja de servicios en este paso por el planeta, de
auxilio permanente y de guardia constante. Para ilustrar esta lucha, sólo
habría que pensar en los más de 40
millones de personas, hombres, pero sobre todo mujeres y niños, que sufren la
esclavitud. O en la multitud de aves migratorias a las que les hemos usurpado
sus propios corredores aéreos y sus hábitats, por esa falta de cooperación a
nivel internacional. Con demasiada frecuencia, olvidamos que nuestra identidad
cultural como especie pensante, está profundamente arraigada a nuestro entorno
biológico.

Ante estas situaciones que nos fragmentan, hemos de pensar en cómo
hemos de transformar el mundo. Aun nos hacen falta derribar muchas barreras
raciales. La desigualdad entre géneros tampoco ha disminuido. Pensemos que lo
único que nos da solidez son las pruebas de amor, entendidas éstas, como actos
de generosidad que todos, al fin necesitamos, cuando menos para ser felices,
pues únicamente podemos serlo, al descubrir
en el otro nuestra propia placidez. De ahí, lo importante que es una
prosperidad mundial que no deje a nadie atrás. Indudablemente, hacen falta
otras políticas proactivas de mayor apertura de horizontes, capaces de
ensamblarnos y no de enfrentarnos, esto último como viene sucediendo.

Por eso, es fundamental que la comunidad internacional, con sus líderes
a la cabeza, incorporen a la vía diplomática del diálogo, un nuevo entusiasmo
capaz de aglutinar todas las voces. Pactar con el corazón y la mente es el más
níveo de los compromisos. Dejemos, por tanto, que la humanidad se aliente a sí
misma y por si misma. Ojalá hallemos el aguante necesario y la paciencia debida,
para no caer en ese afán dominador o en esa imagen social de acaudalado. Como
decía Madre Teresa de Calcuta (1910-1997),
misionera de origen albanés naturalizada india, “el que no vive para servir, no
sirve para vivir”. ¡Qué gran axioma!

Victor Corcoba Herrero
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