Las autoridades estadounidenses han emitido alertas debido a que fuertes vientos, con velocidades cercanas a las de un huracán, incrementan significativamente el riesgo de incendios forestales en diversas regiones del país. Estos vientos, conocidos como vientos de Santa Ana en California y vientos del diablo en la bahía de San Francisco, son característicos por su naturaleza cálida y seca, factores que contribuyen a la rápida propagación de incendios.
Recientemente, en Long Island, Nueva York, se declaró el estado de emergencia debido a una serie de incendios que afectaron la reserva natural protegida de Pine Barrens. Estos incendios, que comenzaron el sábado pasado, se extendieron rápidamente debido a los fuertes vientos y las condiciones secas. La gobernadora Kathy Hochul desplegó a la Guardia Nacional para apoyar en las labores de contención y señaló que, aunque la situación parecía más controlada, las evacuaciones podrían ser necesarias. Hochul enfatizó que la seguridad pública es su máxima prioridad y se comprometió a proteger a los residentes de Long Island. Los incendios afectaron un área de 105,000 acres en el condado de Suffolk, a unos 113 kilómetros de la ciudad de Nueva York.
En California, los vientos de Santa Ana han sido históricamente responsables de incendios devastadores. Estos vientos secos y cálidos eliminan la humedad de la vegetación, creando condiciones propicias para la propagación rápida del fuego. Por ejemplo, en 2025, los incendios de Palisades y Eaton en Los Ángeles resultaron en la muerte de al menos 28 personas y la pérdida de más de 16,000 inmuebles. Un estudio del grupo World Weather Attribution indicó que el calentamiento global ha hecho que las condiciones como altas temperaturas, baja humedad y fuertes vientos sean un 35% más probables, exacerbando la severidad de estos incendios.
Las autoridades instan a la población a mantenerse informada y seguir las recomendaciones oficiales para minimizar riesgos durante estas condiciones climáticas adversas.