La Revista

Doña Miriam Echeverría

Francisco Solís Peón
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Cultura, por: Francisco Solís Peón

Normalmente está Columna escribe sobre libros y temas literarios, hoy por excepción intentaremos abordar un personaje de nuestra ciudad que seguramente merecerá al menos una biografía sobre su vida: Doña Mirian Echeverria y Boldo

Circula en redes sociales una nota sobre ella y sobre el personaje que representó muchísimos años, casi mítico. En realidad yo crecí en la calle 19 de la colonia México, la misma calle donde a principios de los ochenta se construyó “la casa china”. Antes de eso conocí a Doña Mirian en varios restaurantes donde nuestros padres nos la presentaron a ella y a su pareja de entonces como lo que es y ha sido: una señora.

Recuerdo la construcción de su actual casa tal vez a unos 350 metros de donde nosotros vivíamos. Nos dio tanto gusto que ella viviera en el vecindario que inclusive le hicimos una pequeña reunión de bienvenida, entre las personas que me acuerdo que estuvieron ahí fueron Don Ramón Massó, Don Manolín Pérez Abreu, Don Enrique (Quico Rincón), mi padre y mi madre; lo sé de cierto por qué la reunión fue en mi casa.

Mientras se construía la casa china que hoy es parada obligatoria de turistas curiosos y anexas, mi hermanita mis amigos y yo jugábamos nuestros hombres de acción en los cimientos. Con el paso del tiempo la casa se fue robusteciendo ante los cambios propios de la pos modernidad, y si bien en principio le hacía gestos a las distintas tendencias arquitectónicas del rumbo, hoy es un detalle curioso, tal vez producto de la excentricidad personal, pero créanmelo! Doña Mirian no era ni de cerca uno de los vecinos verdaderamente estrambóticos del rumbo.

La recuerdo siempre jovial, con la piel blanca, blanquísima, perfectamente maquillada e impecablemente vestida; nada de joyas, nada de excesos de maquillaje y solamente una tímida sonrisa cuando nos veía a los niños cuando nos permitía jugar en su jardín.

Recuerdo que le gustaban los versos de Amado Nervo y no tanto los de Pablo Neruda, memorias que tengo porque fue la primera vez que discerní la diferencia de estilos literarios.

A mi hermanita le comentaba que sus rizos (de oro) eran fenomenales y que nunca debía alaciarlo, a todos nos daba consejos útiles dignos de ser tomados en cuenta.

A pesar de las leyendas negras, nunca me importó ayer y menos ahora cómo se ganó la vida, lo que si se es que ella fue la primera mujer empresaria yucateca que hizo que un bar (en la calle 60 Guacamayo ) fuera reconocido en la revista Play Boy Gourmet.

Doña Mirian siempre nos trató a nosotros y al resto de la gente que conozco con respeto por eso la respetamos a ella hasta el día de hoy.

Francisco Solís Peón
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