La primera ministra de Bangladés, Sheikh Hasina, ha dimitido y abandonado el país en medio de intensas manifestaciones antigubernamentales que han dejado un saldo de cientos de muertos y heridos. Los disturbios, que comenzaron como protestas contra las cuotas de empleo en el sector público, se intensificaron y derivaron en violentos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.
El general Waker-uz-Zaman, jefe del ejército de Bangladés, anunció la formación de un gobierno provisional tras la salida de Hasina, apelando a la población para que mantenga la calma y prometiendo que “los militares no dispararán contra nadie, la policía no disparará contra nadie”.
La renuncia de Hasina se produjo después de que manifestantes asaltaran su residencia oficial en Dhaka. Imágenes mostraron llamas y vehículos incendiados cerca de la vivienda de la primera ministra, mientras la policía se veía superada por la multitud. El domingo, al menos 91 personas murieron, incluyendo 13 policías, en los enfrentamientos más mortales registrados en la historia reciente del país. Las protestas, inicialmente centradas en la demanda de eliminar las cuotas laborales, se transformaron rápidamente en un clamor por la dimisión de Hasina.
Las ciudades de Rajshahi, Barisal y Chittagong también fueron escenario de disturbios, lo que llevó al gobierno a imponer un toque de queda indefinido. Grupos de derechos humanos han acusado a las autoridades de usar fuerza excesiva contra los manifestantes, aunque el gobierno lo ha negado. La situación en Bangladés ha sido exacerbada por un casi total cierre de Internet a nivel nacional, dificultando la obtención de información precisa y actualizada.
La crisis política marca el final de un largo periodo de liderazgo de Sheikh Hasina, quien ha estado en el poder desde 2009 y previamente entre 1996 y 2001. Su salida plantea incertidumbres significativas sobre el futuro político del país y la capacidad del nuevo gobierno provisional para estabilizar la situación y abordar las demandas de los manifestantes.
