La Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) ha intentado pintar un panorama optimista
sobre la situación de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (FCBA),
asegurando que ha fortalecido su infraestructura, equipado sus laboratorios y garantizado un
entorno adecuado para la formación académica de sus estudiantes. Sin embargo, la realidad
que enfrentan día a día los estudiantes y docentes es muy diferente a lo que se dice.

A través de comunicados oficiales, la UADY ha promocionado la ampliación de su matrícula
y las supuestas mejoras en las instalaciones, pero alumnos de la FCBA desmienten estos
anuncios y denuncian que el campus se encuentra en un estado crítico, con deficiencias en
infraestructura, falta de recursos y ausencia de protocolos adecuados para la seguridad y
bienestar de la comunidad estudiantil.
A pesar de los anuncios de mejoras, la infraestructura de la facultad es precaria. Los salones
presentan techos cayéndose, escritorios rotos, proyectores inservibles, falta de aires
acondicionados que dicen haber sido robados y muchos mas daños. La situación en los
baños es aún peor: los estudiantes reportan falta de papel higiénico, jabón e inclusive agua,
con lavabos oxidados y hongos en las paredes e inodoros.
“No nos hagan hablar de los baños. Tuberías rotas, techos incompletos, botes de basura
desbordados y sin limpieza constante”, denuncia una alumna.
Las unidades de producción y las áreas de trabajo para las carreras de Biología, Agroecología
y Medicina Veterinaria tampoco cumplen con los estándares básicos de higiene e inocuidad.
Estudiantes han documentado deterioro en las parcelas, herramientas oxidadas y falta de
equipamiento para las prácticas.Además, la inseguridad es un problema latente. Los alumnos han reportado robos constantes
en la facultad, sin que la administración tome medidas efectivas. En particular, en la carrera
de Agroecología, se han sustraído herramientas esenciales sin reposición alguna.
Falta de recursos y sobrecarga académica
El recorte de presupuesto y la mala gestión administrativa han provocado una alarmante
escasez de materiales básicos para la enseñanza. Profesores y alumnos se ven obligados a
costear de su propio bolsillo reactivos, instrumental de laboratorio y herramientas para el
mantenimiento de las áreas de producción.
“No hay ni agua potable fría para los alumnos. Los reactivos para prácticas son insuficientes
y los materiales de laboratorio están oxidados. La educación ‘de excelencia’ que prometen es
solo una fachada”, comenta un estudiante indignado.
Por otro lado, la ampliación de matrícula anunciada por la UADY solo ha agravado el
problema. Con la llegada de 520 nuevos estudiantes, los espacios ya saturados se vuelven
inoperantes. Los docentes enfrentan sobrecarga de trabajo, al punto de no poder atender
adecuadamente a los grupos.
“Los doctores no se dan abasto con tantos grupos y la carga administrativa es un desastre. En
vez de meter más alumnos, deberían primero garantizar una educación digna a los que ya
estamos aquí”, enfatiza un alumno.
Ausencia de protocolos de género y seguridad
A los problemas de infraestructura y recursos se suma la falta de protocolos adecuados para
atender denuncias de violencia y discriminación dentro de la facultad. Estudiantes exigen una
revisión y actualización de los protocolos de género, así como sanciones claras ante
cualquier incumplimiento.
A pesar de la existencia de un supuesto protocolo de género, estudiantes denuncian que este
es ineficaz y solo representa una pérdida de tiempo y esperanza, ya que las autoridades no
toman medidas reales para proteger a las víctimas. Ni alumnos ni docentes agresores
reciben sanciones, lo que deja en total vulnerabilidad a las estudiantes que han sido
afectadas. La falta de un mecanismo de denuncia eficiente ha generado un ambiente hostilpara muchas alumnas y alumnos, quienes han señalado que la facultad protege a agresores
y minimiza las denuncias de acoso y violencia dentro del campus.
“Ni con tres personas diferentes lograron tomar medidas justas para asegurar que mis amigas
y las demás mujeres del salón estuvieran en un ambiente seguro”, expresó una alumna de la
universidad que ha pasado por estas horribles situaciones.
El crecimiento de la matrícula solo incrementa el riesgo, ya que si la universidad no
puede garantizar seguridad a su población actual, difícilmente podrá hacerlo con más
estudiantes en el campus.
Un llamado a la acción
Los estudiantes de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias han decidido
organizarse y hacer pública la situación a través del Comité de Voces CCBA, exigiendo a la
UADY que deje de ocultar la realidad y tome acciones inmediatas para garantizar
condiciones dignas para la comunidad académica.
Este movimiento busca denunciar la falsa imagen que la universidad intenta proyectar, así
como presionar a las autoridades para que asignen los recursos necesarios y prioricen el
bienestar estudiantil antes que el crecimiento de matrícula sin infraestructura
adecuada.
“La universidad quiere hacernos creer que todo está bien, pero quienes estamos aquí sabemos
la verdad. No nos vamos a quedar callados”, concluye un estudiante.
Mientras la UADY sigue publicando comunicados donde presume avances y modernización,
la comunidad estudiantil de la FCBA enfrenta falta de insumos, instalaciones en deterioro,
inseguridad y carencia de protocolos adecuados para su bienestar.
La pregunta que si queda clara es: ¿hasta cuándo la universidad seguirá encubriendo sus
fallas en lugar de atenderlas?