Editorial La Revista Peninsular
Sinaloa despertó en llamas este jueves debido a la
recaptura de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. En el 2019, el
presunto narcotraficante fue arrestado, pero prontamente liberado tras
presiones por parte del crimen organizado en contra de la ciudadanía; ésto pasó
a la historia como el “culiacanazo”. Más de tres años después, el gobierno
mexicano vuelve a emprender un operativo para capturar a Ovidio Guzmán mientras
el país se encuentra en un escenario complejo por la ola de violencia que se vive
en Chihuahua y la próxima visita del presidente Joe Biden.
Durante la madrugada del jueves 5 de enero, el
gobierno federal comenzó un intenso operativo en Culiacán que desató
enfrentamientos con miembros del crimen organizado. Las autoridades estatales
suspendieron labores, además de que instruyeron a la población resguardarse en
sus hogares. En un principio no se sabía cuál era el objetivo del operativo,
pero en el transcurso de la mañana se confirmó la captura de Ovidio Guzmán.
Esta es la segunda vez que el gobierno de Andrés
Manuel López Obrador arresta a Ovidio Guzmán. La primera vez fue en octubre del
2019 cuando lo capturaron y liberaron luego de que cientos de delincuentes
tomaran la ciudad de Culiacán y amenazaran a la población. Esta representó una
de las crisis más severas que ha atravesado el presidente durante su sexenio
pues pareció un acto de sumisión del Estado mexicano ante el crimen organizado.
En el primer arresto, el problema fue la falta de
preparación previa al operativo, error que se procuró evitar en este segundo
intento pues, de acuerdo a información compartida por las autoridades, se
llevaron a cabo labores de inteligencia durante 6 meses. De igual manera, el
Estado mexicano dispuso una cantidad significativa de recursos que se tradujeron
en el uso de vehículos con artillería pesada y la rápida movilización de las
Fuerzas Armadas a la zona del conflicto.
A pesar de la preparación y contundencia de las
autoridades, el narco respondió con violencia a la captura, como hicieron 3
años antes. Tomaron ciudades, bloquearon carreteras, robaron ambulancias y
hasta dispararon en contra de aviones comerciales. Los conflictos iniciaron en
Culiacán, pero se propagaron a otras ciudades de Sinaloa conforme transcurrió
la tarde.
Hasta ahora, las autoridades han confirmado que, por
lo menos, 10 militares y 19 criminales fallecieron tras los enfrentamientos.
Estos hechos se dan en momentos complicados para el
país. El pasado domingo, se registró un nuevo motín en la cárcel de Ciudad
Juárez, Chihuahua que resultó en la fuga de 30 reos y la muerte de 17 personas;
además, se dejó ver la corrupción que existe en este penal ya que trascendió la
existencia de celdas “VIP” para reos con alto poder adquisitivo, las cuales
cuentan con lujos como jacuzzis y televisiones de pantalla plana. El motín vino
acompañado de disturbios en distintas zonas de Chihuahua que abonaron a la
inestabilidad en la entidad.
La situación también es compleja debido a la próxima
visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, programada para el lunes 9
de enero. Hay quienes opinan -como la bancada del PAN en el Senado-, que el
motivo por el cual se capturó a Ovidio Guzmán fue esta visita ya que existe una
orden de extradición en su contra promovida por Estados Unidos. Si bien, esta es
una especulación que sólo será comprobada conforme pasen los días y se
corrobore si hubo un proceso de extradición rápido, llama la atención que el
gobierno emprenda una acción tan disruptiva días antes de esta importante
visita.
La recaptura de Ovidio Guzmán será uno de los momentos
más significativos en el gobierno de López Obrador y en la histórica lucha de
nuestro país en contra de la delincuencia. Esperemos que este operativo tenga
un desenlace más digno que el del 2019, pero, más importante, que se pueda
garantizar la seguridad y dignidad de nuestros hermanos y hermanas que viven en
Culiacán y las zonas afectadas.
