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La oposición y el 2024: Unidad y candidatos

Jorge Fernández Menéndez
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Razones, por: Jorge Fernández Menéndez. 

La oposición sigue girando en torno a nombres del
pasado, algunos más respetables que otros, pero sigue sin comprender que, así,
difícilmente encontrará la candidatura que buscan para el 2024. Será muy
complicado enfrentar a quien sea el candidato o candidata de Morena con un
pasado político previo muy marcado: ya estamos viendo cómo se manipula el caso
García Luna para todo, incluso utilizándolo, con o sin razón, contra personajes
que jamás tuvieron la menor relación con el exsecretario de Seguridad Pública
durante el gobierno de Felipe Calderón.

Pero el tema trasciende a García Luna: quien quiera
que termine siendo candidato de la oposición tendrá que ser alguien con una
representatividad que trascienda a los partidos. La experiencia fallida de 2018
con Ricardo Anaya y José Antonio Meade, que, además, fueron enfrentados entre
sí, tendría que ser una enseñanza que no debería ser ignorada. Para el 2024, la
oposición debe ir unida y también contar con una candidatura transitable para
todos, más allá de partidos políticos que han quedado rebasados por el propio
movimiento opositor, como se puso de manifiesto el domingo. Incluso la propia
manifestación opositora exhibió, fuera del músculo movilizador, la debilidad
opositora: José Ramón Cossío y Beatriz Pagés me parecen muy respetables, pero
ninguno de ellos puede ser imaginado como un prospecto de la oposición unida en
las urnas para el 2024.

El tema de la unidad es clave: todas las encuestas
serias de cara al año próximo estiman que una oposición unida puede darle la
pelea a Morena. En 2021, sumados todos los votos de la oposición, fueron más
que los del bloque oficialista. Pero el hecho es que, por ejemplo, Movimiento
Ciudadano sigue planteando ir con sus propios candidatos para el 2024. Puede
ser una estrategia de negociación y hay quien dice que así, si colocan un
candidato progresista (como con Juan Zepeda en el Estado de México), le
quitarían votos en realidad a Morena y no al bloque opositor. Creo que es jugar
con opciones que chocan con la realidad. En los hechos, las opciones opositoras
para el 2024 pasan por contar con candidaturas únicas porque Morena es y
seguirá siendo, cualquiera que sea su candidato, un adversario muy poderoso.

Y si existe un bloque opositor, tan importante como
ello es el nombre que encabece esa opción. Ya lo vimos en 2018 con Anaya y
Meade, pero antes lo vimos con Josefina Vázquez Mota en 2012 o con la opción de
Santiago Creel en las internas panistas de 2006: hay personajes que podrían
ser, hipotéticamente, buenos mandatarios, pero para eso, antes, se requiere
ganar las elecciones, y sin buenos candidatos ante un aparato electoral como
ayer el del PRI y hoy el de Morena, eso no será posible.

No son quienes los 40 ó 50 de los que habla el
presidente López Obrador en las mañaneras para minimizar los esfuerzos
opositores, pero, sin duda, circulan muchos nombres como precandidatos que, en
la mayoría de los casos, no serían competitivos. Se habla desde Lilly Téllez
hasta Claudia Ruiz Massieu, desde Enrique de la Madrid hasta Santiago Creel,
desde Luis Donaldo Colosio Riojas hasta Miguel Ángel Mancera, desde Rosario
Robles hasta Beatriz Paredes. Todos son, hipotéticamente, viables, pero todos
tienen también dificultades para hacerlos transitables.

La pregunta principal es sencilla: ¿pueden ganar o no
una elección?, ¿tienen el suficiente arrastre y carisma como para ser
competitivos?, ¿pueden enfrentarse a una campaña y un debate consistente, en
términos electorales, no programáticos, con Marcelo, Claudia, Adán o Ricardo?
Si la oposición quiere competir, debe buscar a alguien que esté en condiciones
de hacerlo y de ganar elecciones.

No se va a encontrar el producto perfecto. Si es
joven, se dirá que no tiene experiencia; si es mujer, se dirá que el machismo
la arrollará; si es hombre, se argumentará que es la hora de las mujeres; si
tiene un pasado político, sea suyo o de su familia, será juzgado o juzgada por
ello. Todo eso puede ser subsanable en una campaña electoral. Lo que no se
puede sortear es la capacidad de hacer campaña y de, literalmente, jalar
electores, en un proceso que se rige más por la emoción que por la razón.

Ésos son los dos desafíos opositores para el 2024:
estar realmente unidos y contar con una candidatura presidencial que trascienda
a los partidos. Sin eso, no les alcanzará para ser competitivos.

Jorge Fernández Menéndez
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