Editorial La Revista Peninsular
El lunes de esta semana, un día después de las
elecciones de Estado de México y Coahuila, el presidente López Obrador organizó
una cena con las “corcholatas” de Morena y otros liderazgos guindas. Según ha
trascendido en medios, durante esta reunión se dictaron las pautas que habrán
de seguir el proceso interno para definir la candidatura presidencial.
Entre lo que se estableció en la cena, destaca que el
método para elegir al candidato será una encuesta, que los aspirantes deberán
renunciar o pedir licencia en sus cargos para participar en el proceso interno
y que el lunes 12 de junio comenzarán a hacer campaña como precandidatos. De
igual manera, destaca que, en un intento por garantizar la unidad del partido,
todos quienes participen ganarán algo: El primer lugar se llevará la
candidatura presidencial, el segundo el liderazgo del Senado, el tercero el
liderazgo de San Lázaro y el cuarto un puesto significativo en el siguiente
sexenio.
Horas después de esta reunión, Marcelo Ebrard anunció
que renunciará a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) el próximo lunes
12 de junio para dedicarse de tiempo completo al proceso interno de Morena.
Este anuncio le permitió al aún Canciller adelantarse en la carrera a la
candidatura pues acaparó todas las portadas de la prensa y aumentó
significativamente su posicionamiento y aprobación entre los ciudadanos.
La decisión de Ebrard no parece oportunista ni prematura
pues él ya había propuesto desde hace varias semanas que todos los aspirantes
renunciaran a sus cargos lo cual nos permite inferir que estaba preparado para
este escenario.
Los demás aspirantes no se han visto tan cómodos con
la supuesta disposición. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX, ha
evitado hacer comentarios al respecto. En su caso, la mandataria capitalina
tendría que solicitar licencia, no renunciar, y dejar a cargo a alguien de su
confianza; se presupone que sería el controversial Martí Batres. Esto sería una
hoja de doble filo para Sheinbaum pues, si bien podrá hacer proselitismo
libremente en todo el país, igual significa dejar la plataforma que robustece
su perfil frente a los otros aspirantes. Como Ebrard, pasaría a ser ex jefa de
Gobierno.
Adán Augusto es otro quien debe estar haciendo
cálculos para definir cómo actuará en los próximos días. A pesar de los
recursos que ha destinado a su posicionamiento y el respaldo político que ha
recibido de distintos sectores, las encuestas de opinión le dan números magros;
de hecho, algunas encuestadoras lo ponen por debajo de Gerardo Fernandez Noroña
del PT. El secretario de Gobernación deberá ponderar si deja su importante
cargo para competir en una elección interna en la cual, si participan Fernández
Noroña y Miguel Velazco del PVEM, podría quedar en un lugar poco favorecedor.
El senador Ricardo Monreal ha expresado que está de
acuerdo con que las “corcholatas” se separen de sus cargos. En su caso, existe
la duda de quién quedará en su lugar como líder del Senado. ¿Alguien de su
confianza o alguien de confianza directa del presidente López Obrador? Lo más
probable es que el senador Monreal sí decida participar pues sería congruente
con el proyecto que ha construido en los últimos años desde la Cámara Alta,
además de que se garantizaría un lugar prioritario en el siguiente sexenio.
A menos de un año de los próximos comicios
electorales, Morena pisa el acelerador para definir a su candidato y comenzar
difundir su proyecto lo antes posible. El partido del presidente López Obrador
intenta asegurar su unidad con un proceso claro, trasparente y que sea
beneficioso para todos quienes participen de él. Por lo pronto, si los rumores
son ciertos, veremos que las instituciones mexicanas cambien profundamente en
los próximos días.
