Por: Cristina Padín
El sol caía con fuerza sobre el asfalto. Treinta y nueve grados
sobre una de las ciudades más cálidas de España. Orense. Sí: Orense.. únicamente
los ignorantes no conocen ese dato. Y ella aborrecía la ignorancia. Ojalá se
encontrara en la playa, en Rías Baixas.. la que es plateada y azul.
Galicia es azul.
Escribía un cuento con ese título.. El niño que decía la verdad…
Pensó en crear al hijo de un marinero, hombre de mar rudo y
lleno de valor. Un hijo que le contaría, sin mentir, que amaba a otro chico.
Por ejemplo. Mmmmm… pensó que varios relatos versarían sobre ese tema. Olvidó
el calor de octubre y pensó..
Optó por un novillero joven. Uno que llegaría a la plaza con
toda su entrega y resultaría cogido en su primera actuación.. Diría la verdad a
su abuelo con Alzheimer.. aunque el anciano no supiera ni el nombre del muchacho..
Al final describió a un niño que resultaba ser su vecino. Era
hijo de un hombre valiente.. uno que anteponía su felicidad a lo que era necesario.
Ella admiraba la valentía.. y aquel pequeño era hijo de un valiente. Además no
decía nunca mentiras. Era feliz y sincero.
A los cuentos y a los profesores que conceden importancia a
los cuentos
A los novilleros
Al toreo
A Román
A los M
A Orense
A Rías Baixas: el lugar perfecto
A la valentía
A gallegos valientes
A mi querido Luis
Y a la cultura