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Desplazados laborales, el daño colateral de la inteligencia artificial

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El asistente
virtual Echo
, desarrollado por Amazon, se agotó en Estados
Unidos una semana antes de la Navidad. Se supone que está pensado para
sincronizarlo con el ordenador y los sistemas domóticos y así poder pedirle que
suene una canción o que apague las luces. Pero el entusiasmo por este altavoz
que responde al nombre de Alexa es tal, que cientos de miles de usuarios le han
pedido incluso matrimonio. Y es que mientras los humanos se dedican a mandarse
mensajes de texto dando golpes a la pantalla del móvil, este sistema
desarrollado por Amazon responde hablando.

Es el ejemplo más evidente de cómo el avance en la
inteligencia artificial está logrando que las máquinas desempeñen cada vez más
tareas de personas. La propia Amazon tiene un supermercado piloto sin cajeros. Los tractores sin conductor ya están dando en Estados Unidos los
primeros pasos para cuidar y
recoger cosechas
. Hace dos meses un camión autónomo recorrió 200 kilómetroscon un cargamento de cerveza. Cada semana un experimento
empresarial azuza el miedo a que los robots escalen la pirámide laboral hasta
hacerse con todos los empleos.

Como indica Hod Lipson, autor del libro Driverless (MIT
Press, 2016), la tecnología crea siempre retos económicos. Lo hizo la irrupción
de Internet, por ejemplo, con las librerías tradicionales y los videoclubs.
Pero estos cambios masivos, explica, crean nuevos modelos de negocio y hacen
que nuevos sectores evolucionen. Los expertos anticipan que llevará un par de
décadas para que los sistemas automatizados dominen nuestras vidas y por eso
urgen una estrategia para evitar que desplacen a millones de empleados.

Nuevo informe
de la Casa Blanca

El consejo de asesores económicos de la Casa Blanca acaba de publicar un estudio en el que analiza el impacto de esta transformación y hace
recomendaciones para proteger los empleos que está en riesgo de quedar
desplazados por las máquinas. El temor es que esta rápida mutación agrave aún
más la brecha económica y social. Pero el progreso es, al mismo tiempo,
esencial para mejorar la productividad.

La OCDE publicó recientemente un estudio similar
dedicado a los desplazados por la popularidad creciente de la inteligencia
artificial. El Instituto
sobre el Futuro de la Humanidad de la Universidad
 de Oxford estima que el 47% del empleo total en EE UU está a
merced de la computación. El sector más afectado será el del transporte, por el
desarrollo de coches, camiones y autobuses autónomos.

El estudio de la Casa Blanca anticipa en concreto
la pérdida de hasta 3,1 millones de empleos en EE UU en el gremio de los
taxistas, repartidores, camioneros y en el transporte público. Lipson no cree
que los conductores profesionales sean una especie laboral en peligro de
extinción. Pero sí advierte que tendrán que buscar trabajos en otros sectores
que evolucionen a su alrededor.

De hecho, como admiten los autores del estudio, las
predicciones son complejas porque la inteligencia artificial no se aplica a una
función específica, sino que son múltiples las innovaciones que emergen a la
vez. El agrícola ya
está dando los primeros pasos
 en ese
proceso, con la adopción de sistemas completamente automatizados para cuidar y
recoger las cosechas. Otras industrias avanzan más lentamente.

Pero los diferentes estudios de impacto coinciden
en un punto fundamental: los empleados con salarios más bajos y sin títulos de
enseñanza media serán los que estén más en riesgo de que sus puestos de trabajo
se automaticen. “Si estas estimaciones se cumplen”, advierten, “la vida de
millones de estadounidenses se verá alterada de una manera significativa y
tendrá graves consecuencias económicas”.

Trabajadores
complementarios

Subiendo más la escalera, es posible que algunas
funciones de la jornada laboral se automaticen pero eso no significa necesariamente
que vayan a quedar completamente apartados. Y ahí entra en juego el impacto
positivo de la inteligencia artificial. Jason Furman, presidente del consejo de
asesores económicos, explica que la innovación “ayuda a complementar el trabajo
de los empleados mejor preparados”.

La tecnología, como
explican los autores del estudio, es clave para mejorar la eficiencia de la
economía y que puedan subir los salarios al tiempo que se reducen las horas de
trabajo. Por eso la Casa Blanca defiende que se inviertan más recursos en la
inteligencia artificial. Accenture estima que la productividad laboral puede
mejorar entre un 11% un 37%, dependiendo del país, para 2035.

El panorama, por tanto, no es tan oscuro. Pero como
admite Furman mirando a lo sucedido las últimas dos décadas, la tecnología
contribuyó en parte al incremento de la desigualdad económica y social. El
informe sugiere, por tanto, que esta tendencia continuará con la inteligencia
artificial. Por eso habla de manejar bien el proceso para rebajar el impacto en
las ocupaciones que están más en riesgo.

El reto está, precisamente, en conciliar estas dos
visiones. La lógica es que el camionero puede ser más productivo en la
carretera si se adapta a la nueva realidad y las nuevas tecnologías, a su vez,
permiten reducir en paralelo el coste del transporte. En este sentido, plantea
tres estrategias generales para aprovechar las oportunidades que brinda la
innovación en el ámbito de la inteligencia artificial.

La educación
es necesaria

La tecnología, insiste Furman, “no es un destino”.
Es su forma de decir que con la política adecuada se puede ir por delante del
cambio y mitigar su impacto. El informe recomienda así que se amplíe el acceso
a la educación técnica de los jóvenes y a la formación de los adultos en áreas
de la economía que crecerán en un futuro automatizado. Eso requiere de una
mayor inversión en las escuelas.

Al mismo tiempo, se propone expandir el alcance de
los apoyos públicos a los que quedan al margen y cambiar reglas básicas que
rigen las prácticas laborales, porque se necesitarán menos horas para producir
lo mismo. Este último aspecto es un toque de atención a la administración de
Donald Trump, que en un mes entra en funciones con una agenda muy clara de
recortes en los programas sociales.

Lo que se trata de evitar, concluyen a modo de
advertencia los expertos, es que la inteligencia artificial acabe beneficiando
a un grupo de personas muy restringido que pueda permitirse adquirir esta
tecnología y lograr gracias a la formación que los humanos compensen las
debilidades de las máquinas y viceversa, como ya se hace en el ámbito de la
medicina con el sistema
Watson de IBM
.

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