La Revista

Confesiones

Guillermo Vazquez Handall
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En la columna anterior,
analizamos la perspectiva electoral del Partido Revolucionario Institucional,
de cara a la elección de las tres gubernaturas en competencia para este
2017.

En principio, nos avocamos al
caso del Estado del México y apuntábamos que ese proceso le representa al PRI
un escenario estratégico de sobrevivencia, ante el complejo panorama que le
espera el año siguiente.

Sin embargo, y a pesar de la
trascendencia de la sucesión gubernamental mexiquense, los acontecimientos
políticos recientes en Coahuila han encendido alarmas sonoras y están
acaparando la mayor parte de la atención tanto de la cúpula priista, como de
los demás partidos, en principio de cuentas, debido al rompimiento entre los
hermanos Rubén y Humberto Moreira, el primero gobernador en funciones y el
segundo su antecesor.

El motivo fundamental se origina
en un desacuerdo para la designación del candidato de su partido a la
gubernatura, toda vez que Rubén ha decidido imponer a Miguel Riquelme alcalde
de Torreón.

El mayor mérito de Riquelme fue
haber servido de cupido entre el mandatario y su actual esposa, la diputada
federal por Hidalgo Carolina Viggiano, a quien se vincula políticamente con el
grupo del secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong.

Carolina Viggiano ocupó las
secretarias de Desarrollo Social y de Planeación en el gobierno de Hidalgo y
después fungió como presidenta del Tribunal Superior de Justicia de la
entidad. En su momento, fue precandidata de su partido para la
gubernatura, pero la postulación recayó en Omar Fayad Meneses, quien a la
postre obtendría el triunfo en la elección.

La innegable influencia de la
primera dama ha sido el factor fundamental para que Rubén Moreira se
decantara por Riquelme, provocando un enfrentamiento con su hermano Humberto,
situación que llevó al ex dirigente nacional del Revolucionario Institucional a
pretender hacerse de la nominación para la alcaldía de Saltillo, pero ante la
negativa de su hermano y del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, a optar
finalmente por una diputación local.

Sin embargo, dicha candidatura
está planteada a través del Partido Joven, organización local auspiciada y
creada ex profeso para mantener posiciones para Humberto Moreira a través de
una alianza con el mismo PRI.

El asunto es que después del
anuncio formal de su intención de postularse al Congreso local, Humberto
recibió un mensaje contundente de Enrique Ochoa Reza mediante el cual se le
informó que el PRI no lo apoyaría y de ser necesario provocaría la cancelación
de la coalición que sostiene con el Partido Joven de Coahuila.

Los diferentes emisarios
enviados por Ochoa Reza le señalaron, incluso, que de persistir en su
objetivo se vería expuesto, no sólo a tener que enfrentar acusaciones
relacionadas con su polémica gestión como gobernador, sino que llegado el
momento seria el propio régimen, quien iniciaría procesos legales en su contra,
derivados de las indagatorias que se llevaron a cabo en su momento y que en esa
ocasión no procedieron.

La respuesta de Humberto ha sido
en franco tono beligerante, retando abiertamente a Ochoa Reza, dejando ver que
no sólo competirá en la elección, sino que adicionalmente lo hará directamente
en contra del PRI.

Pero el conflicto entre los hermanos
no es la única arista que fragmenta la unidad priista coahuilense, ya que ante
la virtual imposición a favor de Riquelme, el diputado federal Javier Guerrero
renunció a su militancia para ser candidato independiente a la gubernatura.

Guerrero ha sido cuatro veces
diputado federal y se le consideraba como el aspirante mejor calificado, su
escisión no es individual, representa a un número importante de corrientes,
determinadas a poner fin al hoy fragmentado cacicazgo familiar de los Moreira.

Son muchas las expresiones,
tanto de los grupos políticos como de la clase empresarial, que rechazan una
extensión de poder a favor del clan Moreira, lo que hace prever un voto de
castigo suficiente para derrotar al candidato nominal priista.

En todo caso, la postulación de
Guerrero García no necesariamente supone una fricción completa, más bien lo que
se deduce es que es parte de un plan de alcance local como de orden nacional
para conservar la entidad en una vía alterna.

El objetivo es que el PRI
mantenga la gubernatura, pero no a través de Rubén Moreira, precisamente por
ello Guerrero se presentará como independiente, sin optar por abanderar a otro
partido.

Ha trascendido que desde su
renuncia, Guerrero ha estado recibiendo incontables muestra de simpatía y
apoyo, pero sobre todo el respaldo de importantes figuras del propio priismo.

El propósito es que en Coahuila
no gane el PRI, para que quien obtenga el triunfo y la gubernatura sea otra
versión del mismo PRI, aunque lo parezca no es una contradicción.

Guillermo Vazquez Handall
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