La comunidad de Nuevo Progreso, en la región de Atasta, municipio de Carmen, Campeche, enfrenta una emergencia sanitaria tras la confirmación de cuatro casos de rabia bovina. El brote ha encendido las alarmas tanto entre los productores locales como en las autoridades estatales, quienes han respondido con una serie de acciones sanitarias para evitar una propagación que podría poner en riesgo la salud animal, humana y la economía regional.
Los primeros indicios se manifestaron hace varias semanas con la aparición de síntomas neurológicos en el ganado, como temblores, parálisis parcial y pérdida de equilibrio. Tras su detección, los animales afectados murieron entre siete y ocho días después de haber sido mordidos, presuntamente por murciélagos hematófagos, conocidos vectores del virus de la rabia en zonas rurales.
Ante la gravedad del caso, la Comisión de Fomento Pecuario de Campeche (Cofopecam) activó un protocolo de emergencia que incluye campañas intensivas de vacunación antirrábica en bovinos, caprinos, equinos y otras especies de corral. Hasta el momento se han aplicado más de 800 dosis en la región afectada, con el objetivo de contener el brote y proteger a los animales susceptibles.
Además de la vacunación, se están llevando a cabo acciones para identificar y capturar murciélagos hematófagos en ranchos y zonas aledañas, mediante trampas especializadas. Al menos cinco ejemplares sospechosos han sido capturados como parte de los operativos nocturnos. Paralelamente, se están impartiendo talleres y pláticas informativas dirigidas a ganaderos, ejidatarios y habitantes de las comunidades vecinas, con el fin de que puedan identificar los síntomas, reportar nuevos casos a tiempo y adoptar medidas preventivas eficaces.
Cuatro personas que tuvieron contacto directo con los animales infectados ya fueron vacunadas de manera preventiva, y continúan bajo observación médica para descartar cualquier síntoma. Aunque el virus de la rabia es raro en humanos, su gravedad requiere atención inmediata y seguimiento estrecho.
La situación se agrava al coincidir con otro problema sanitario que afecta a la región: la presencia del gusano barrenador del ganado, una plaga que causa graves heridas en los animales y compromete su salud general. Productores de la zona afirman que enfrentar simultáneamente la rabia y el gusano barrenador ha puesto a la ganadería de Atasta en una posición crítica, calificándola como un “foco rojo” que necesita apoyo urgente.
En total, se estima que existen entre 700 y 800 unidades de producción pecuaria activas en esta zona de Campeche, por lo que el impacto del brote podría ser significativo si no se actúa con rapidez. Los ganaderos han solicitado una reunión directa con el Secretario de Desarrollo Agropecuario estatal, exigiendo recursos, personal técnico y suministros para enfrentar esta emergencia.
Además del riesgo económico, también existe la posibilidad de que se impongan restricciones sanitarias en la movilización de ganado, lo que afectaría el comercio regional y la subsistencia de cientos de familias que dependen de esta actividad.
La prioridad ahora es contener el brote con acciones coordinadas entre las autoridades estatales, federales y la comunidad. La vacunación oportuna, el control del vector, la vigilancia epidemiológica y la educación de los productores son claves para evitar que la situación se agrave y derive en una crisis mayor.
Lo que comenzó como un incidente aislado se ha convertido en una amenaza que pone a prueba la capacidad de respuesta del sistema agropecuario local. El tiempo es crucial, y la salud del ganado —y de las familias que viven de él— depende de una intervención decidida y eficaz.
