Desde el anuncio de Donald Trump sobre la implementación de aranceles “recíprocos” en abril, productores y consumidores estadounidenses comenzaron a buscar alternativas comerciales, anticipando una posible reconfiguración del comercio internacional.
La respuesta de China a los aranceles estadounidenses, con una escalada de impuestos recíprocos sobre las importaciones, y la posterior pausa de 90 días para tarifas hacia otros países, aumentó la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones comerciales entre ambas potencias. Analistas advierten que algunos aranceles, que alcanzan cifras de tres dígitos, podrían transformar significativamente el mapa económico mundial.
El sector agrícola ha sido uno de los más impactados. Históricamente, China ha sido un comprador importante de productos agrícolas estadounidenses, como soja, semillas oleaginosas y cereales. Sin embargo, durante la primera guerra comercial bajo la administración Trump, China ya había comenzado a diversificar sus fuentes de importación, favoreciendo a otros proveedores como Brasil.
Brasil, el mayor exportador mundial de soja, se vio particularmente beneficiado. Desde 2010, las exportaciones brasileñas de soja a China crecieron más de un 280%, mientras que las exportaciones estadounidenses se mantuvieron estables. Actualmente, China destina más del 73% de sus importaciones de soja a Brasil.
En este contexto, especialistas ven a Sudamérica, especialmente a Argentina y Brasil, como regiones estratégicas para absorber la creciente demanda china. “China es muy pragmática, siempre lo ha sido. Eso es parte de su esencia en su ADN, en lo que también ha favorecido al motor, que tiene su crecimiento imparable”, explicó María Schargrodsky, experta en agronegocios y colaboradora de la Cámara Argentino-China. Además, señaló: “Ya estas empresas chinas están buscando alternativas (a los productos que importan de EE.UU.) y eso lo puedo llevar a varios otros productos. Lo que es commodities, no solo soja, también carnes que puede generar oportunidades para otros países”.
Enrique Erize, especialista en el mercado de granos y director de la consultora Nóvitas, coincidió en que “China le compra (soja) fundamentalmente a Brasil, con lo cual la guerra comercial, el impacto que tiene sobre Estados Unidos es menor, porque Estados Unidos no es el gran exportador de soja a China, sino a otros países”.
Por su parte, Gustavo López, analista de mercados y presidente de Agritrend, advirtió que aún es prematuro hablar de un crecimiento inmediato de los mercados sudamericanos, aunque reconoció que la diversificación iniciada durante el primer mandato de Trump ha fortalecido el vínculo comercial entre China y Brasil. Además, destacó que otros productos agrícolas podrían beneficiarse de esta situación.
“El sorgo en la Argentina estará rondando por año el millón y medio de toneladas en promedio de exportación, de los cuales gran parte le diría el 90% se dirige a China. Así que en ese sentido yo calculo que se va a seguir manteniendo un flujo bastante grande”, sostuvo López.
Schargrodsky agregó que, tras el impacto en las compras de sorgo de Estados Unidos a China durante la guerra comercial anterior, “el volumen de sorgo argentino a China es una oportunidad y lo mismo en cebada, la cual también China compra. Pero ahora compraría aún más, porque tanto eso como la cebada son dos productos que Estados Unidos provee a China, con lo cual ahí hay oportunidades también”.
Finalmente, Erize destacó las múltiples oportunidades para los productores argentinos: “China además de importar poroto de soja, importa maíz, importa sorgo, importa cebada forrajera, importa el trigo, o sea, y ahí sí podemos entrar nosotros, porque Argentina produce 50 millones de toneladas de maíz y exportamos 60%. Entre los compradores de maíz aparece Vietnam, Tailandia, Malasia y China. Ahí sí Argentina puede tener una ventaja si hubiera guerra arancelaria y también en sorgo y también en trigo”.
La escalada de tensiones comerciales entre Estados Unidos y China abre, así, un abanico de posibilidades para Sudamérica, que podría reforzar su rol como proveedor clave de productos agrícolas a nivel mundial.