De Ser a Ser, por: Santiago Heyser.
Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo
decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo
que quieres entender y lo que entiendes, existen nueve posibilidades de no
entenderse.
Podemos encontrar miles de libros, ensayos, textos, videos y cátedras,
entre otros, acerca de la comunicación; pero la intención no es presentar un
tratado técnico sobre el tema, sino abordarlo con la intención de mejorar las
relaciones humanas desde una perspectiva más casual, práctica y cotidiana.
Siendo así, con el fin de tener una referencia común, acordemos que: La
comunicación es un proceso de intercambio de información (que nos permite saber
y entender algo que nos quiere transmitir alguien), lo que nos ayuda a
relacionarnos, conocernos y comprendernos mutuamente; en este proceso hay un
emisor que transmite un mensaje (información) a un receptor, a través de un
medio (verbal, escrito, digital, etc.), eventualmente esperando que,
posteriormente, se produzca una respuesta de dicho receptor, en un contexto
determinado.
La idea de que una mala comunicación es motivo de conflicto entre los
seres humanos, no es nueva, y la razón es evidente, si hay distorsión o ruido
en la información que se transmite hacia otra persona o grupo de personas,
visto como proceso, queda claro que el mensaje que se recibe se distorsiona,
esto puede llevar a interpretaciones y malos entendidos que se manifiestan en
la respuesta en cualquiera de sus formas, ya sea como retroalimentación o con
acciones, por parte de quien recibe el mensaje.
Ahora bien, hay que evitar caer en el error conceptual de creer que “la
comunicación” por sí misma resuelve los problemas y/o evita los conflictos. A
riesgo de parecer obvio, quien comunica, genera, coincide o retransmite
(validando) cada mensaje, somos las personas, y éste, es nuestro foco de interés;
la comunicación es la herramienta y el proceso, no es creadora del mensaje, ni
editora de la información que se transmite.
En la introducción se expresó que: “entre lo que pienso, lo que quiero
decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que
crees entender, lo que quieres entender y lo que entiendes, existen nueve
posibilidades de no entenderse”; la buena noticia, es que depende de cada uno
de nosotros reducir las posibilidades de no entendernos al 50%, el otro 50% por
razones culturales, cognoscitivas, físicas, emocionales, etc., está fuera de
nuestro control, la cita anónima: “Soy responsable de lo que digo, no de lo que
entiendes”, lo evidencia con ironía, y a modo de corolario podría agregar: “Soy
responsable de lo que escucho, no de lo que piensas o quieres decir”. Si nos
retroalimentamos confirmando lo que entendió el receptor, aseguramos, cuando
somos los emisores, el que no haya deformación entre lo que se dijo y lo que se
entendió y, al ser receptores, que no haya deformación entre lo que escuchamos
y lo que entendimos.
Si bien es cierto que hay que poner atención desde el punto de vista ‘técnico’
en asegurarnos de que lo que queremos decir coincide con lo que pensamos y lo
que decimos, además es importante considerar las variables de tono y manera con
las que nos expresamos, ya que éstas le dan una intención única a cada mensaje
y forman parte de él enriqueciéndolo, al tiempo que comunican algo más. A su
vez, cuando somos quienes escuchamos, es imperativo mantener la objetividad de
lo escuchado, ya que es común caer en errores interpretativos o que nuestras
expectativas distorsionan los mensajes adecuándolos a lo que queremos o
esperamos escuchar y perdemos la oportunidad de recibir la información clara
que nos ha sido entregada, perdiendo efectividad en la comunicación.
En cualquiera de los casos, ya sea que actuemos como emisores del
mensaje o como receptores de la información, recordemos que la idea de
comunicarnos tiene como fin intercambiar información, con el objetivo de
expresarnos, conocernos, relacionarnos y comprendernos. Es responsabilidad de
cada uno de nosotros, emisor y receptor, asegurarnos de hacer bien la parte que
nos corresponde, de esta manera, nuestras relaciones se enriquecerán y
tendremos una mayor calidad de vida… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx