Por: Cristina Padín.
Los cuentos gustan a muchas personas. Y a él también le encantaban. Era un anciano, un viejo de mirada dulce y azul. Alguien que había trabajado desde los quince.. viudo y padre y abuelo. En la actualidad en una nueva relación, enamorado cual adolescente de una señora firme y serena..
Érase una vez que estaban en Brión, el 27 de septiembre. Era el día de santa Minia. La hermana mayor de la señora, ya fallecida, siempre le había tenido mucha fe. Como tantas y tantas personas.. Velas, estampas, rezos, hileras de gente que aguarda para ver a la niña-santa. Tradición. Esperanza..
Eso es santa Minia..
Estaba allí el anciano en franca comunión con otros ancianos. Agradecido. Comiendo pulpo, bebiendo vino. En Galicia. El domingo había estado en Talavera. Última tarde de la temporada de El Juli. La verdad, el toreo, la entrega, la nobleza, la sabiduría, el saber estar..
Eso es Juli: generosidad en mayúsculas..
Quise juntar en un relato a mi querida santa Minia y a mi querido Juli
A santa Minia, mi amada abuela siempre la adoró
A Manoli y Julián
A la verdad y a la valentía
A mi querido Luis
A cada anciano, a cada persona enferma, a cada ser triste que se acerca a este pueblo a visitar a la niña-santa.. Un abrazo
A los cuentos
Y a las tradiciones. A los que las viven, no a los que fingen que las viven