El 9 de abril de 2025, el gobierno de China anunció la imposición de aranceles del 84% sobre productos importados desde Estados Unidos, en represalia al incremento arancelario previamente establecido por la administración del presidente Donald Trump. Esta medida entrará en vigor el 10 de abril de 2025.
La decisión de Pekín responde al aumento del 50% en los aranceles aplicados por Washington a productos chinos, elevando el total al 104%. Además de los nuevos aranceles, China ha añadido 12 empresas estadounidenses a su lista de control de exportaciones, restringiendo sus operaciones en el país asiático.
El Ministerio de Finanzas de China justificó estas acciones como una reacción al “repetido error” de Estados Unidos, señalando que tales medidas violan los derechos legítimos de China y dañan el sistema multilateral de comercio. El gobierno chino instó a Washington a corregir sus políticas unilaterales y a buscar resolver disputas mediante el diálogo y el respeto mutuo.
Esta escalada en la guerra comercial entre las dos principales economías del mundo ha generado preocupación en los mercados financieros globales. Analistas advierten sobre posibles incrementos en los precios al consumidor y afectaciones al crecimiento económico, especialmente en sectores como la agricultura y la manufactura.
La comunidad internacional observa con inquietud el desarrollo de estas tensiones comerciales, dado su potencial impacto en la estabilidad económica global.