Manuel Lapuente Díaz, técnico emblemático del fútbol mexicano, falleció a los 81 años dejando un legado que trasciende generaciones. Durante su trayectoria tanto como jugador como entrenador, Lapuente marcó una huella profunda en clubes de la Liga MX y en la Selección Mexicana de Fútbol de mayores.
Como entrenador, dirigió al conjunto nacional en distintas etapas, entre ellas la participación en el Copa Mundial de Fútbol de 1998 bajo su mando. Bajo su dirección, México conquistó la Copa Oro de la CONCACAF 1998 y la Copa FIFA Confederaciones 1999, enfrentando y venciendo a potencias del fútbol mundial. En el ámbito de clubes, alcanzó múltiples campeonatos con equipos como Club Puebla, Club Necaxa y Club América, lo que lo coloca entre los entrenadores más ganadores de la historia del fútbol mexicano.
Su partida generó pesar en el entorno futbolístico nacional. La Federación Mexicana de Fútbol (FMF) lamentó la pérdida de “una leyenda del fútbol” que “será recordado siempre”. También diversas voces del periodismo deportivo y de los clubes que dirigió expresaron su reconocimiento hacia el técnico que supo combinar carácter, visión táctica y éxito constante.
El fútbol mexicano hoy extraña a un hombre que no sólo dirigió equipos, sino que imprimió una identidad. Su estilo, su voz, su presencia se hicieron parte del relato de jugadores, clubes y aficionados. La huella de Manuel Lapuente permanecerá viva en cada título, en cada torneo y en cada momento en que un equipo mexicano compita con espíritu y convicción.
Descanse en paz Manuel Lapuente, quien hizo de la boina, del gesto severo y de la victoria una marca imborrable en el deporte nacional.
