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La pareja III: El principal problema

Santiago Heyser
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De Ser a Ser, por: Santiago Heyser. 

Existen distintos motivos que generan conflictos en
las parejas, pero la mayoría tienen un origen común: Ya no podemos hacer lo que
queremos o ser como somos.

Pareciera que la pérdida de libertad es inherente a vivir en pareja.

A lo largo de nuestras vidas hemos sido condicionados, observando y
escuchando tantas veces esta idea, que creemos que es una condición natural,
cuando no lo es. Inclusive, hay quienes consideran que la abnegación es una
virtud, y probablemente lo sea, pero no cuando hablamos de las relaciones de
pareja, ya que cuando alguien renuncia a sí mismo, se queda sin algo de valor
que ofrecer.

Todo comienza al no tener como agenda central de vida convertirnos en
seres humanos completos, responsables de nuestra propia felicidad, asumiendo
con responsabilidad las consecuencias de nuestras acciones. Entonces, cuando
buscamos formar pareja, partimos de la errónea premisa de que estamos
incompletos y esperamos que la pareja complemente lo que nos falta, iniciando
así relaciones que tienen por objetivo que la otra persona nos ‘tenga que dar’
algo o cubrir nuestras necesidades, ya sean físicas, psicológicas, emocionales,
sociales, financieras, sexuales, de trascendencia o de alguna otro tipo, sin
darnos cuenta que además, muchas de estas necesidades son también
condicionadas, aprendidas y/o determinadas por el ego o por la cultura,
eliminando toda la legitimidad y autenticidad de lo que consideramos
‘necesidades’ o de lo que pudiéramos ofrecer a la persona que decimos amar, ya
que ni siquiera nos conocemos de manera profunda al ser reaccionarios a la
cultura, por lo que no podemos ser transparentes y sinceros respecto a nuestras
emociones e intenciones. Por otro lado, establecemos expectativas y no las
comunicamos con claridad, y damos por hecho, quién sabe por qué, que la persona
de enfrente acepta esta situación como si estuviera enterada y comprendiera
que, lo que esperamos de ella, es que satisfaga nuestras expectativas y
necesidades, mismas que comúnmente no siempre son expresadas con claridad, comenzando
con reclamos cuando esto no sucede… ¿pero no es acaso la otra persona libre de
hacer lo que quiera, al grado de poder anteponer sus propias necesidades y
gustos a los de su propia pareja?, la respuesta es que sí, si es libre, y eso
no debiera generarnos ningún conflicto; se supone que amamos a la persona
seleccionada y la prioridad es que sea feliz y no que haga lo que nosotros
queremos, ¿cierto?, porque si no es así hay que decírselo y darle la
oportunidad de decidir si quiere estar o no con nosotros, si no lo hacemos, es
engaño.

El problema no es que tengamos necesidades, deseos y aspiraciones,
tampoco lo es el esperar satisfacerlas con alguien, el problema es que no
aceptamos que esto puede o no suceder cuando y como nosotros queremos que
suceda, como tampoco aceptamos que ‘la ‘pareja’, en su derecho, puede hacer lo
que quiera al igual que nosotros.

Por supuesto que vivir con alguien implica ceder, negociar, hacer
esfuerzos y sí, en ocasiones hacemos cosas que no nos gustan, pero benefician o
alegran a la pareja y por ello las hacemos con gusto; pero por decisión propia
y no por condicionamiento, manipulación o con ánimo de evitar situaciones de
reclamo. Es natural que tengamos distintos intereses o deseos, la clave está en
hacer las cosas porque queremos y con gusto, no porque nos lo exigen o “debemos
de”, o porque si no lo hacemos, en su frustración nuestra pareja va a hacer que
nos la pasemos mal; por eso, como todo en la vida, es importante saber decir
que no a aquello que nos conflictúa, nos molesta o no tenemos ganas, ya que si
aceptamos cosas que no queremos o no deseamos, terminamos mal y culpando a la
pareja por lo aceptado, lo que es irracional además de insostenible a mediano y
largo plazo.

Por eso es muy importante durante el cortejo dejar claro quiénes somos,
qué buscamos y sustentar nuestras relaciones en compartir nuestras vidas
respetando nuestra individualidad y nuestra naturaleza, así como nuestras
diferencias, sin esperar que la otra persona nos dé algo o cambie. Nadie tiene
la obligación de nada, si queremos estar juntos hagámoslo respetando nuestro
derecho de ser lo que somos con un sentido total de libertad, lo contrario, lo
que frecuentemente hacemos es ‘amar’ con posesión y control, lo que en realidad
no es amor y así, todo termina y termina mal… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión.

Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx

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