De Ser a Ser, por: Santiago Heyser.
El engaño o la mentira parecen ser inherentes a la
pareja, a partir de la propia estructura de las relaciones, cuyo fundamento equivocado
no es la aceptación total, sino el compromiso incumplible de ser como “tú”
quieres.
Al parecer los engaños y las mentiras los encontramos en casi todas las
relaciones de pareja, pero lo que nadie ha dicho, es que si te mienten o
engañan, lo más probable es que sea tu responsabilidad.
Comencemos por escudriñar la acción de mentir o de engañar, ¿por qué
mentimos?, ¿cuál es el objetivo? Encuentro tres respuestas generales a esta pregunta.
Primero, mentimos porque queremos manipular a otra persona ocultando
información o brindando información falsa con el fin de obtener algo que
queremos y que de otra manera no obtendríamos. Probablemente coincidamos en que
nadie quiere compartir su vida con alguien que actúa así; si es el caso, el/la
responsable eres tú, ya que te equivocaste en tu proceso de selección de pareja
y escogiste o aceptaste a la persona equivocada. Lo que hay que hacer, es
asumir la responsabilidad del error y rectificarlo dejando de formar pareja con
la persona equivocada y, en su momento, si es tu deseo, iniciar un nuevo
proceso para encontrar a la pareja con las características adecuadas evitando
cometer los mismos errores. El segundo motivo por el cual mentimos, si bien no
es más aceptado, sí es más tolerado, es porque nuestra pareja no puede soportar
la verdad. En ocasiones hacemos cosas que no se alinean con las opiniones y
expectativas de nuestra pareja, y terminamos mintiendo con el objetivo de
evitar el enfrentamiento que lleva al reclamo y al disgusto o desilusión de la
otra persona; pregunta: ¿si tu pareja te hubiera dicho la verdad desde el
principio, seguiría todo en armonía? Si la respuesta es no, comprenderás que te
han mentido para evitar el conflicto porque no aceptas a tu pareja como es,
como no aceptas que, aun siendo tu pareja, cada uno tiene el derecho de vivir
en su vida lo que quiera, sin que la juzgues y le reclames, si no te gusta lo
que hace tu pareja pues no estés con esa persona, pero deja de reclamarle o
disgustarte por lo que hace o te seguirán mintiendo para evitar el conflicto.
El tercer motivo por el cual mentimos o engañamos, es porque faltamos a un
acuerdo, probablemente es el motivo más común de los tres, y el único que
justificaría nuestra inocencia, después de todo, -si dos personas hicimos un
acuerdo y la otra persona no cumplió, quien ha fallado es el otro y no yo-, aunque
valdría la pena reconocer, desde que se hace el compromiso, que hay cosas que
no deben prometerse o comprometerse, por la sencilla razón de que van en contra
de nuestra propia naturaleza de seres libres, lo cual no es justificación ya
que ‘la palabra’ o se cumple o se pierde la confianza.
Independiente del motivo por el que nos han mentido o del tamaño del
engaño, lo cierto es que hacer el papel de la víctima sólo juega en contra de
nosotros mismos. El problema principal es que nos lo tomamos personal y no nos
detenemos a reflexionar que lo más probable es que la otra persona ni siquiera
nos considerara para hacer o no hacer aquello por lo cual nos han mentido. Cada
quien actúa conforme a su nivel de consciencia, generalmente las personas
actúan pensando en sí mismos y en hacer lo que quieren; no es que se hayan
levantado ese día pensando “cómo engaño o le miento a mi pareja hoy para que se
sienta lastimada”; y nos lo tomamos personal porque nuestro nivel de
consciencia es bajo y nos domina el ego. Lo que hay que entender es que cuando
la pareja nos miente o nos engaña, la acción que da pie a la mentira no es
necesariamente un asunto personal, aunque si se falta a un acuerdo previo, me
parece que sí lo es, cuando menos desde la perspectiva de la falta de
consideración hacia la persona con quien se pactó algo… dicho de otra manera:
“si quedamos en algo y lo incumples, el mensaje es que no te importa lo que
acordamos y no me estás teniendo en consideración”. En lo práctico, al margen
de la emoción de traición que se siente cuando uno es engañado, el hecho es que
hacer drama o victimizarse está de más ya que nada resuelve y sí obstaculiza la
oportunidad de avanzar en la vida y tomar decisiones a partir de lo vivido.
Ahora bien, esto no significa que uno tenga que vivir lo que no desea o
vivir con quien actúa de una forma que rechazamos. Al ser todos libres por
naturaleza, no estamos obligados a vivir en conflicto ni a aceptar lo que no
queremos; lo que en los hechos, nos permite terminar una relación cuando no
aporta calidad a nuestra vida, ¡por la razón que sea! Ahora bien, si hay que
actuar al respecto ¡hagámoslo!, pero de forma adulta y madura. Si nos mintieron
o engañaron, lo primero es preguntarnos: ¿por qué?, ya que si el origen radica
en que quiero controlar a la otra persona condicionándola a que haga lo que yo
quiero, estamos olvidando que todos, aun siendo pareja, somos libres, y que en
función de ello estamos en nuestro derecho de vivir como queramos… ¡Así de
sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx