El Museo del Louvre permaneció cerrado este lunes debido a una huelga espontánea del personal, que protestó por la sobrecarga incontrolable de turistas, condiciones laborales precarias y falta de recursos para atender de manera adecuada las instalaciones y a los visitantes.
Miles de turistas quedaron varados fuera de la emblemática pirámide de cristal de I.M. Pei con sus boletos en mano, ignorando los motivos del cierre. Un visitante, Kevin Ward, de 62 años, expresó: “Es el lamento de la Mona Lisa aquí afuera. Miles de personas esperando, sin comunicación, sin explicación”.
El personal denunció que el museo, diseñado para recibir cuatro millones de visitantes anuales, ha llegado a recibir más de ocho millones y medio el año pasado, además del constante flujo diario que supera los treinta mil visitantes, lo que ha afectado tanto la infraestructura como las condiciones de trabajo. En un memorando interno, la directora Laurence des Cars alertó sobre filtraciones, temperaturas inadecuadas y un sistema de señalización y baños insuficiente.
Los trabajadores describieron su situación como “insostenible” y exigieron mejoras inmediatas, ya que consideran que esperar hasta 2031 por un plan de renovación es inviable. Este plan, anunciado recientemente por el presidente Emmanuel Macron bajo el nombre de “Louvre New Renaissance”, contempla una inversión de entre 700 y 800 millones de euros, incluyendo una sala exclusiva para la Mona Lisa y una nueva entrada junto al río Sena.
Sin embargo, el personal señala que los recortes de más del veinte por ciento en subsidios estatales durante la última década han debilitado su capacidad operativa. “La inversión del Estado empeora con cada año que pasa”, aseguró Sarah Sefian, asistente de galería.
Mientras numerosos trabajadores permanecieron en paro, algunos mantuvieron abierta una ruta reducida hacia obras emblemáticas como la Mona Lisa y la Venus de Milo. Se espera que el museo reabra parcialmente el miércoles, con flexibilidad en la reutilización de boletos del lunes, a la espera de una reapertura total.
Este incidente se suma a una creciente ola de protestas contra el turismo masivo. El día anterior, manifestaciones similares tuvieron lugar en destinos emblemáticos del sur de Europa como Venecia, Mallorca y Barcelona, donde los activistas denunciaron que la saturación turística desplaza a los residentes y “erosiona la vida urbana”.