El 9 de mayo de 2025, las relaciones entre Ucrania y Hungría alcanzaron un nuevo punto crítico tras acusaciones mutuas de espionaje. El Servicio de Seguridad de Ucrania (SSU) anunció la detención de dos ciudadanos ucranianos, exmilitares, por presuntamente colaborar con los servicios de inteligencia húngaros. Según el SSU, los detenidos habrían proporcionado información sobre la presencia militar ucraniana en la región de Transcarpatia, incluyendo detalles sobre baterías de defensa antiaérea y otras capacidades militares. Además, se les acusa de elaborar informes sobre la posible reacción de la población local ante una hipotética intervención de paz húngara y sobre el tráfico de armas en el mercado negro.
En respuesta, el gobierno húngaro expulsó a dos diplomáticos ucranianos en Budapest, acusándolos de espionaje. El ministro de Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, calificó las acusaciones ucranianas de “propaganda” y afirmó que forman parte de una “campaña de difamación”. Por su parte, Ucrania retiró las credenciales diplomáticas a dos miembros de la embajada húngara en Kiev, otorgándoles 48 horas para abandonar el país.
Este intercambio de acusaciones ocurre en un contexto de tensiones crecientes entre ambos países. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha sido crítico con la adhesión de Ucrania a la Unión Europea y ha bloqueado ayudas militares europeas destinadas a Kiev. Además, la región de Transcarpatia, donde reside una minoría húngara, ha sido fuente de fricciones debido a disputas sobre derechos lingüísticos y culturales.