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Deber ciudadano

Jordy R. Abraham Martínez
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Sobran los motivos, por: Mtro. Jordy R. Abraham

Es común escuchar que una sociedad participativa es la mejor garante de una democracia funcional. Sin embargo, tendemos a pensar que este activismo social se limita a alzar la voz para ejercer demandas a las autoridades gubernamentales. Desde luego, el papel de la ciudadanía como sujeto activo en la rendición de cuentas, es crucial, pero el derecho cívico, que también es una obligación moral, es mucho más amplio en sus alcances.

Hay deberes ciudadanos que se establecen con certeza en las leyes de los países, entre los que destacan el pago de impuestos y el voto electoral para elegir gobernantes. De entrada, podemos notar que estas dos disposiciones no se cumplen del todo. Aún es alta la evasión fiscal, lo cual es un menoscabo para el erario y limita la gestión de la administración pública. A su vez, el abstencionismo en las elecciones es elevado, a pesar de los esfuerzos por llevar a cabo campañas de concientización ciudadana. A mayor participación, mayor legitimidad para los funcionarios que resulten electos, lo que se traduce en mayor gobernabilidad.

Un aspecto importante a considerar, es la propia conciencia de ser ciudadano. Si no se tiene un sentido de pertenencia como parte de una comunidad determinada, difícilmente habrá un compromiso auténtico por procurar el interés general. En otras palabras, el individualismo es enemigo del civismo. La solidaridad se hace presente solo cuando somos conscientes de la anteposición del interés colectivo sobre el interés del individuo. Claro está, sin identidad y sentido comunitario, esto no es posible.

Sí, ser ciudadanos de valor implica velar por la rendición de cuentas, pagar impuestos de forma honesta y participar de los ejercicios democráticos, pero aún hay más. La buena ciudadanía se va formando a partir de la voluntad por ser una persona con principios firmes y sensibilidad ante la carencia ajena. Esta determinación debe darse incondicionalmente para ser eficaz.

La desigualdad es una realidad que lastima a muchas regiones en América Latina, aunque se ha ido trabajando para revertir este fenómeno. Pues bien, la indiferencia ante tal problemática es uno de los obstáculos que dificultan la resolución de la misma.

Una óptima cohesión social que se funde en la formación cívica y ética de sus integrantes, fungirá como base indispensable para la construcción de comunidades más armónicas y pacíficas. Ser buenos ciudadanos es conducirnos con responsabilidad, con actitudes solidarias y visión de futuro.

La ciudadanía no la otorga exclusivamente la edad o el lugar de origen, sino la convicción por honrar el carácter de ser connacionales de mujeres y hombres que unen esfuerzos para edificar un proyecto de nación con congruencia y dignidad.

Jordy R. Abraham Martínez
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