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Mediz bolio el soñador

Francisco Solís Peón
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Cultura, por: Francisco Solís Peón

“El Mayab es tierra de cosas misteriosas donde todo habla en el silencio”

Hace 62 años que Antonio Mediz Bolio dejó el mundo terrenal para sumergirse de lleno en el eterno nihilismo de la inmortalidad. Hace 62 años que soñamos.

Si bien la obra literaria es muy conocida, con frecuencia se confunde al hombre con el mito, la persona con la leyenda, lo que lleva a la pregunta obligada ¿quién era Antonio Mediz Bolio?

Un poeta, un narrador, un político, un diplomático, pero sobre todo un soñador. Dejando un lado los pretéritos podemos afirmar de manera categórica que se trata del máximo literato que ha dado Yucatán en toda su historia.

Pocos saben de su espíritu rebelde y de su gusto por los elementos lúdicos, ciertamente no jugaba con una baraja, sino con la mente y los sentimientos, con las emociones y los argumentos, las palabras y las ideas, el lenguaje y el corazón, el lenguaje del corazón.

Sabía que la vida es un banquete pero también un riesgo, ese riesgo implícito en todo juego.

Mediz Bolio soñaba, soñaba con un solo Yucatán, no solo políticamente, también sociológicamente.

Creció en una sociedad injusto y profundamente dividida, eso le dolía. El perenne recuerdo de Bel Xhol, su amigo maya de la infancia le persiguió toda la vida.

Soñaba con una sociedad donde no importase el color de la piel, porque sabía que todos los yucatecos al final somos mestizos.

Una sociedad bilingüe, donde el maya y el español caminen siempre tomados de la mano.

Una sociedad sin falsos abolengos, donde no pesen los apellidos sino el orgullo de un pasado común, un pasado que muchos pueblos nos envidian.

Una sociedad sin indigenistas e hispanistas, solo una cultura yucateca; así lo demostró fehacientemente en su obra.

Una sociedad que cause admiración en el resto de la república, no únicamente porque no nos matamos, sino que nos respetamos y a la menor oportunidad hasta nos queremos.

En Yucatán no hay chairos ni fifís, solo yucatecos, porque todos somos hijos de esta gloriosa tierra ya sea por nacimiento o por adopción.

En términos de Mediz Bolio, una sociedad como una enorme ceiba, donde cada uno sea una hoja y que todos nos comuniquemos a través de fluidas ramas a un frondoso tronco común, sólidamente afianzado en nuestras raíces históricas.

Una sociedad, como diría Joaquín Sabina, “en la cual ser valiente no salga tan caro y que ser cobarde simplemente no valga la pena”.

Francisco Solís Peón
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