Hay personas tan y tan auténticas, pensaba el niño morantista, que nunca fingen; que no necesitan afirmar que su corazón late demasiado porque es algo que se percibe con el alma; que tienen la mirada limpia de la verdad y de lo que es blanco; que envían un beso y sabe a sinceridad y a avellana; que poseen la magia de Talavante y el ole bello de Morante; que cuando dicen algo es eso lo que quieren decir: no juegan al engaño; que son la imagen perfecta de la pureza; que son felices y regalan mucha felicidad; que hablan con la voz fresca del agua de la fuente; que tal vez no empleen las más eruditas palabras, pero usan las que son reales y leales: y eso agrada, agrada la gente que habla con sensatez y ley; que aman la familia y son familiares; que saben abrazar; que tienen la inmensa fortuna de no conocer ni la hipocresía ni el interés; que juegan y disfrutan el juego; que hacen lo que cualquier otro: pintar o ir en bici o nadar en la playa; que se emocionan cuando los deberes están bien hechos; que leen y que duermen y que sueñan; que sueñan unos ser toreros y otros mecánicos o pianistas; que son como su amigo Pablo…
Pablo es un pequeño con síndrome de Down, uno que admira a Perera y que dibuja barcos, uno que es genial. Dicen que tiene síndrome de Down, pero al niño morantista le parece más acertado decir lo que dice su abuela: que es la sonrisa de Dios… Lo que inquieta bastante al niño morantista es ese país que se llama Islandia.. cree que allí no nacen niños como Pablo… no sabe cuál será la razón… el frío?.. pero sin duda allí serán personas más tristes…
A cada persona con síndrome de Down, con un abrazo
A los toreros y a los toreros mencionados: mi mago, Morante y Perera
A todos los niños
A la gente de verdad
A mi Luis
A Blanca
Como homenaje a Tiempo de silencio
Y, por supuesto, al niño morantista
A cualquier persona vinculada a proyectos hermosos relacionados con el Síndrome de Down
Y a los genios
