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Perder las bases

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez *

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Bueno, conforme lo ofrecido la semana pasada, vamos conversando de lo que nuestros funcionarios/as electos tienen obligación de estar hablándonos, entendido que están allí porque 1) ofrecieron servirnos, casi lo prometieron y hubo quienes hasta nos pidieron, casi suplicaron, que confiáramos en que lo harían, 2) están allí porque con las reglas democráticas vigentes obtuvieron los votos suficientes, o sea, que un porcentaje de nuestra gente aceptó dejarles llegar, y 3) su sueldo infalible de cada quincena y demás prestaciones, así como cada pesito que usan en sus funciones fue nuestro, pagado con tooooodas las contribuciones que se nos aplican en nuestro País, Estado y Municipio.

A diferencia de cualquier ciudadano/a, que puede y tiene derecho a hacer con su tiempo y sus recursos lo que desee, cuidando únicamente que NO esté prohibido por la ley, una persona en el servicio público SÓLO puede hacer aquello para lo que la ley le faculte. Y una de sus obligaciones genéricas y de respeto a su relación con la ciudadanía que los contrata es rendirle cuentas.

En estas conversaciones voy a referirme a decisiones y acciones recientes de personas que ejercen en lo público. Empezando por revisar si el asunto es realmente algo que corresponde con la responsabilidad por la que les pagamos. En caso afirmativo, analizar el punto objetivo de la situación, algún aspecto jurídico aplicable, las aristas sociales a considerar y dando una apreciación de la ruta de acción que mejor respondería a los intereses ciudadanos. En caso negativo, poniendo en foco los efectos de tal distracción de sus deberes centrales y las preguntas o exigencias que considero deberíamos asegurar que se atiendan en vez de mal usar tiempo y recursos públicos.

Mis motivos son dos. Por una parte, como ciudadano, como papá y como individuo que vive de su trabajo procuro hacer lo que está a mi alcance para que lo público funcione mejor, y escribir y difundir es una de las cosas que creo pueden servir, en especial si encuentran eco en otras personas con interés similar o complementario. El otro motivo está en que mi formación y experiencias profesionales son diversas, y me permiten unir, casi hilvanar, como lo hacía mi padre (sastre de oficio) elementos que en cada esfera se ven con claridad, pero que pocas veces se visualizan en conjunto y menos veces se ponen al alcance de una conversación duradera y orientada a la acción. Hablar sencillo, de lo más visible, con alguna pintada de elementos técnicos útiles y ponerlo a tu alcance por si llega a interesarte conversarlo.

Situación

Para ejemplificar e iniciar, este lunes 21 de junio, el Gobernador de Yucatán anunció el cambio en puestos importantes de su administración. Algunos medios dieron cuenta de la noticia sin más, otros señalaron sus apreciaciones sobre los motivos y significados y otros más aportaron elementos de la trayectoria de las personas que llegan (y por allí alguno de las que se van). Eso hizo el funcionario electo.

Las redes electrónicas vieron transitar, como suele ser, variedad de opiniones en favor y en contra de los nombramientos, de los relevos, de las personas, del gobernador, de su partido, de la política y del futuro de nuestro querido Yucatán.

El matiz de estos cambios se da en cuanto al momento inmediato poselectoral en que se dan (habiendo el partido en el gobierno estatal obtenido resultados considerados muy favorables) y la divergencia del perfil y trayectoria de algunos/as respecto al cargo que ocuparán.

Destaca el rechazo categórico en el nombramiento para la Secretaría de las Mujeres por parte de una cantidad notoria y calidad enorme de mujeres a quienes valoro, respeto y sigo en varios temas, pero sobre todo si se trata de ellas mismas. En conjunto y luego de manera individual, de manera firme y creciente expresaron por escrito los motivos de su inconformidad y obtuvieron un creciente respaldo a su planteamiento. Primero respecto al nombramiento y después hacia la respuesta del Gobernador, quien respondió en entrevista que los nombramientos son los adecuados, pues es “como en un juego de béisbol” haciendo analogías respecto al relevo de lanzadores en el arranque, intermedio y cierre.

Aspectos jurídicos

Sí, el Gobernador tiene la facultad de nombrar a quien considere y relevarlo en el momento que considere, en los puestos que se anunciaron. Y lo hizo siguiendo las reglas.

Los funcionarios públicos en nuestro País pueden ser electos, como es el caso de quienes ocupen la presidencia, gubernaturas, senadurías, diputaciones federales y locales, alcaldías (y regidurías) y algunos otros en ciertos lugares. El resto de los/as funcionarios son designados o simplemente contratados por aquellas personas que han sido electas. Estos mecanismos tienen en algunos casos reglas que buscan propiciar una mejor decisión respecto a la persona de acuerdo al cargo que va a ejercer. En algunos casos se ha avanzado a la definición de un perfil y trayectoria idónea para quienes aspiran y en otros, muy pocos aún, se establecen incluso mecanismos de concurso abierto.

Aristas Sociales

Como suele decirse: la ley no lo es todo; tristemente: la ley y la realidad pocas veces coinciden; y como duele enterarse: la ley se construye de maneras diversas, a veces errática, generalmente limitada, casi siempre respondiendo a circunstancias de poder y de intenciones particulares, raramente con una conciencia y enfoque pro ciudadanía.

Podemos preguntarnos si para puestos como las Secretarías de Estado, en especial aquellas que tienen una encomienda más sensible socialmente, basta con apegarse a la ley o quienes toman las decisiones deberían atreverse a hacer una óptima selección, defendible ante cualquier criterio técnico. Yo respondo que sí.

También cuestionar si la lectura social que se dé a un nombramiento, en especial a un relevo en puestos de primer nivel, es relevante en grado mayor, igual o menor que las perspectivas políticas, las alianzas para la gobernabilidad o los méritos propios dentro del denominado equipo de gobierno o partido en el poder. Yo respondo que un funcionario que aspire a ser un estadista o líder de su gente o servidor público exitoso, debe nutrir primero su deliberación de las apreciaciones de la ciudadanía sobre el papel que jugará uno u otro posible designado/a. Y, tomada la decisión, debe procurarse el apoyo de la ciencia de la comunicación para hacer ver el potencial positivo de la decisión tomada, pues es claro que siempre habrá un sector mayor o menor que no esté de acuerdo con ella.

Y en este caso, como ha ocurrido antes en muchos lugares y tiempos, ¿ante una protesta honesta de un sector incuestionable y amplio, cabe recular? No me refiero a la reacción aislada o airada de algunas personas, que puede haber en cualquier historia; me refiero, en este caso particular, a una decisión quizá correcta, quizá incorrecta, pero claramente cuestionable y ante la cual es inmediata, contundente, respetuosa y sostenida la protesta por parte de un colectivo creciente de personas que en el estado han aportado tanto en el tema y han sido pilares de su desarrollo. Sí me refiero, también, a si recular representaría un crecimiento o un deterioro a la imagen y labor del funcionario. Mi respuesta es que lo ideal hubiera sido tomar una decisión con base ciudadana, donde obviamente quienes hoy protestan hubieran tenido que ser consultadas. Ante los hechos, respondo que abrir un ágil, respetuoso, incluyente y honesto proceso de revisión de la propuesta sería un acto de buen gobierno, de respeto a la ciudadanía y de reconocimiento a la sociedad civil activa. Cualquiera que fuera el resultado, considero sumaría al reconocimiento de quien a final de cuentas tiene el derecho a decidir.

También quiero dejar aquí mi opinión respecto a la forma en que se termina un cargo. No estoy seguro de que aplique que el gobernante nos diga porqué retira a un funcionario/a en quien confío antes, pero creo que más SÍ. Eso sería, por lo menos, una novedad en nuestro sistema. Al mismo tiempo es importante pensar en que en algunos casos, un funcionario/a, del nivel que sea, merece al cambiar de puesto o perder su trabajo una explicación adecuada y una consideración a su dignidad como colaborador y como persona. La leyenda urbana dice que llega a pasar que quien se va se entera en la prensa de que ya se fue y eso a nadie se lo deseo. Igual por los colaboradores y usuarios de los servicios, hay formas correctas de hacer los relevos y esto no es cosa menor, si puede afectar a veces mucho y a veces gravemente.

Ruta Ciudadana

La propuesta que puedo hacerle como ciudadano al Gobernador, y en la que pueden sumarse quienes coincidan, es que revalore sus razones para las decisiones y actúe en consecuencia. El resultado mínimo sería una mejor explicación a la gente, ya que a algunos el béisbol no nos inspira y a algunas menos, pero aún a los muchos/as que les apasiona pagan por ver una tarde/noche de partido, no tres o más años de lanzamientos y batazos.

Hacia la ciudadanía que guste conversar sobre esto:

  1. reconozco en la protesta realizada un acto cívico válido, apuesto a que útil y sobre todo necesario, la opinión debe plantearse y convertirse en acción razonada;
  2. lo escrito bien, la difusión en redes y otros medios bien, y mantenerse en acciones crecientes es lo deseable y esperable de ustedes;
  3. y a quienes deseen ser parte de lo que se decida, integrarse a un cauce de opiniones, ya sea a favor, en contra o de libre flujo sin polaridad, pero que no se quede en reacción, sino avance hacia vías de influir en que pase lo que consideremos adecuado. Hasta en las redes se puede lograr eso.

Habrá quien crea que esto no importa, o que es lo mismo de siempre, o que ya está decidido y no hay forma de cambiarlo (para bien o para mal); habrá quien conserve la preocupación, indignación o desprecio ante esta polémica. Y todo es válido, como lo es también decidir y actuar para que esto se siga hablando hasta que lleve a una mejor satisfacción del gobernante hacia las necesidades de la ciudadanía. Al margen de lo que pase en este caso, creo que tenemos que lograr que cada persona a la que le demos un cargo entienda que somos sus contratantes, sus clientes, sus ciudadanos/as, su pueblo, su equipo, y actúe a diario en consecuencia.

Cambiar al lanzador puede ser la decisión adecuada. Sorprender al rival robándose una base, puede ser una buena idea, más si tu equipo está enterado. Pero descuidar al equipo que te alimenta, con el que juegas todos los partidos, es un riesgo enorme de perder en algún momento las bases ganadas. Al final de cuentas, en la SOCIEDAD, como en el BÉISBOL, el que dirige será responsabilizado del resultado del JUEGO.

*Jorge Valladares Sánchez
Doctor en Ciencias Sociales.
Doctor en Derechos Humanos.
Especialista en Psicología y Licenciado en Derecho.
Presidente 2011-2014 del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán.

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