Por: Cristina Padín
El niño que tenía muchos cromos mentía y se comportaba mal porque
su papá le enseñaba con su prepotencia y su vulgar arrogancia ese comportamiento
tan horrendo que provocaba que por ejemplo el chiquillo sin que nadie se hubiera
percatado hubiera sido capaz de robar el hermoso álbum donde aquel pequeño de
aldea tan noble y sensato pegaba con ilusión y esfuerzo los pocos cromos que
podía permitirse comprar.
Bien, dijo el maestro, un párrafo delicioso muy bien narrado
y sin utilizar comas ni puntos..
Entonces, aquel día soleado en el que cumplía años un grande
de la tauromaquia, aquel día de un octubre caluroso y dorado… uno de los
mayores de la pandilla le contó a los demás lo que había hecho el niño que
mentía. Como muchos carecían de opinión propia, se comportaban como seres sectarios,
dijeron que vale, que estaba muy bien, que tampoco aquello era algo tan grave.
Pero llegó un joven sereno y sensato y puso la cordura que hacía falta. Él
opinaba.. no decía lo que otros querían que dijera. Le explicó con palabras
cuatro cosas al mocoso… y al niño de aldea le regaló muchos cromos y un
cuento. Sabía que adoraba leer… como todo ser culto.
He continuado yo, profe… dijo una de las alumnas.. con
comas y puntos y moraleja. Dedicado a los cuentos
A los niños de aldea
A los niños que saben que mentir, robar, insultar… son cosas
malas
A las personas que saben opinar, no a las que dicen lo que
les mandan
A Juli, mi querido Juli
A valientes gallegos
A mi querido Carlos, en el Camino
A buenos profesores
A mi amiga Rosario
Y a los M
