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David Moreno
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El Poder de las Historias, por:David Moreno

Es el discurso que cambió la historia y no es casualidad que para hacerlo Tyrion Lannister hay apelado al poder de la narración, a su función preservadora, a su capacidad de unir a las personas, de generar identidad. Es el capítulo final de Juego de Tronos y el genial enano ha utilizado una vez más sus dotes narrativas para lograr su cometido, para convertise en la razón que se impone a la fuerza. Y lo hace apelando a lo más poderoso que tenemos los seres humanos, a esa cualidad que nos hace viajar al pasado para reconocer lo que somos y entender lo que podemos ser: nuestra capacidad para contar y escuchar historias.

Por supuesto que es una declaración de amor por parte de los guionistas de la serie a su oficio y a lo que éste ha generado y tiene la capacidad de generar, pero al mismo tiempo es una forma de apelar a una de las mejores características que poseemos los seres humanos: nuestra capacidad narrativa. Porque desde que el ser humano adquirió la habilidar para comunicarse a través del lenguaje inicio también con su actividad como narrador. Nuestros antepasados comenzaron a crear historias que formaron parte de su propia existencia. Crearon dioses, les atribuyeron capacidades y generaron relatos que a su vez a generaron una identidad colectiva. Es a partir cuentos y leyendas como se inició la formación de las primeras comunidades, de los primeros pueblos, todos compartiendo esas narraciones que viajaban de boca en boca y luego, cuando aprendimos a escribir, a través de los símbolos, letras, alfabetos.

Lo que sigue es parte de nuestro desarrollo como sociedades y como individuos: seguimos contando historias, seguimos narrando, aprovechando también las nuevas tecnologías que la inventiva humana fue desarrollando conforme su proceso civilizatorio avanzó. La imprenta fue fundamental para que lo que antes se transmitía vía oral o a través de ejemplares únicos de libros ahora adquiriera un carácter masivo. Muchos años después la inteligencia humana creo otras formas de comunicación y apareció el lenguaje audiovisual el cual fue creando sus propios códigos, su propia forma de contar historias. El cine y la televisión de nuestros días están llenos de nuevos artilugios tecnológicos que permiten que la imaginación practicamente no tenga límites. Podemos viajar en el tiempo, hacía mundos inexistentes o más allá de nuestra galaxia gracias a efectos visuales, modernas computadoras y la habilidad creativa de quienes las manejan, pero finalmente si no existe tras toda esa tecnología una buena historia que contar, nada pasa, nada sucede.

Por ello el discurso de Tyrion es tan significativo, porque habla de algo que es perenne, que no desaparecerá hasta que el ser humano lo haga: nuestra capacidad para relacionarnos a partir de una buena historia. Pero ahora ello adquiere nuevas dimensiones porque esas buenas historias ya no se registren a una comunidad o país. Ahora viajan a través de todo el globo haciendo que personas que se ubican a miles de kilómentros de distancia las unas de las otras puedan unirse alrededor de una narración. Ha pasado ahora con Juego de Tronos pero, evidentemente, no es el único ejemplo. Son miles de millones de personas de todo el mundo las que se identifican y generan comunidades, virtuales o presenciales, alrededor de modernas mitologías transmitidas a través de la escritura o del lenguaje audiovisual.

Nada para a una buena historia, no hay muro que la restrinja, no hay nada más poderoso. Y aunque los estudios cinematográficos, las casas editoriales o las productoras de televisión parezcan apostar a la repetición para garantizar que los espectadores sigan consumiendo sus propuestas narrativas (ahí está Disney con sus predecibibles y seguros Live Actions como el mejor ejemplo) afortunadamente, incluso dentro de los mismos gigantes del entretenimiento, es posible encontrar nuevos argumentos, nuevos personajes, nuevas situaciones que narren una historia con la que nos vamos a sentir identificados, que haremos nuestra y que compartiremos con otras personas algunas a las que probablmente jamás veamos o escuchemos. Y eso me parece algo maravilloso, algo que hace único a nuestro tiempo.

Por ello cuando se termina una gran narración sentimos cierto dejo de nostalgia, porque con ella también se ha terminado una parte de nosotros. Pero no es el final, porque tengan la certeza que alguien, hoy, en este momento está comenzando a escribir las primeras líneas que se transformarán posteriormente en la novela, la película o la serie que nos abrirá las puertas de un nuevo universo, que nos transportará a lugares de nuestra imaginación que quizá ignorábamos que existían y que encontraremos gracias a que alguien escribió y produjo una nueva y fantástica historia.

David Moreno
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