La Revista

Las elecciones del PJF ¿fracaso o avance democrático?

Marco Cortez Navarrete
Marco Cortez Navarrete
Sígueme en redes sociales:

Por Marco Antonio Cortez Navarrete

Calificar una participación del 13% en una elección inédita para jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) depende del enfoque con el que se analice.

Aquí les presento los argumentos desde ambas perspectivas, para que pueda formar una opinión informada:

Como un fracaso (crítica al régimen de la Cuarta Transformación) se argumenta baja legitimidad democrática ya que una participación del 13% implica que casi 9 de cada 10 ciudadanos no acudieron a votar, lo que debilita la legitimidad del proceso y de los funcionarios electos.

Asimismo desinterés o desconfianza ciudadana puede reflejar apatía, desconocimiento del proceso, o incluso rechazo a la propuesta impulsada por el régimen de la Cuarta Transformación.

—Organizar un proceso nacional de esta magnitud con tan baja participación puede considerarse un gasto injustificado de recursos públicos y capital político entre otras cosas porque no logró movilizar a la base.

Si el régimen promovió este cambio como parte central de su proyecto, una baja respuesta podría indicar que no logró convencer ni siquiera a sus simpatizantes más fieles.

¿Avance democrático?

Ahora, veámoslo como un éxito (defensa del régimen de la Cuarta Transformación). Primero, el inicio de un cambio estructural al ser un proceso inédito, la baja participación puede explicarse por la novedad y la falta de tradición democrática en este tipo de elecciones. La mera realización del proceso puede considerarse un avance simbólico y político.

Asimismo lograr que una elección de este tipo se lleve a cabo puede verse como una victoria frente a los sectores que se oponen a reformar el Poder Judicial.

Si se compara con otros ejercicios de consulta o votación no obligatoria en México (como la consulta sobre el juicio a expresidentes en 2021, que tuvo una participación del 7%), un 13% puede parecer un avance.

También o uede argumentarse que, aunque minoritaria, esa participación representa una base social comprometida con el proyecto de transformación y que servirá como plataforma para construir futuros cambios.

En conclusión; desde un enfoque técnico y político, una participación del 13% es muy baja para un proceso que busca transformar una de las instituciones clave del Estado. Esto debilita su legitimidad y permite cuestionar su eficacia.

Desde el punto de vista del régimen, puede argumentarse que el solo hecho de haber implementado este cambio marca un precedente y refuerza su narrativa de ruptura con el “régimen anterior”.

En términos objetivos, la baja participación sugiere más un fracaso de convocatoria y pedagogía democrática que un éxito contundente.

Hasta la próxima estimadas lectoras y lectores

Marco Cortez Navarrete
Marco Cortez Navarrete
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último