La Revista

Todas las aves para Antonio Machado

Por Carlos Bojórquez Urzaiz

Los pájaros más agraciados obsequian su canto para aligerar el peso de los días, para recorrer las calles tendidas de sol con ese atrevimiento libre que los caracteriza, y que a muchas personas les cuesta alcanzar por la vergüenza de ser ellos mismos, o por el almidón que endurece sus actitudes.

El privilegio de las aves, como su calmadidáctica y tantos atributos que poseen, han llegado a ser la manera más sencilla de representar la innata unión existente entre las artes y el carácter sonoro y colorido de los pájaros, dispuesta por Natura para sosegar los desvelos que no muchos que consideran valiosa en su diario trajín. Antonio Machado en sus Proverbios y Cantares (1912), valiéndose de las aves, criticó a Immanuel Kant porque con su sistematismo, colmado de una lógica inflexible, trató de “desplumar” la filosofía. Quizás como resultado de esto, la filosofía desde inicios del siglo XIX se fue traduciendo en una suerte depositivismo ramplón.

Machado, esperanzado en remontar el vuelo de un ave nueva que ayudara a pensar en lo fundamental para que se abandonar lo superficial de las ideas, escribió estos versos de acrecentada ironía:

Dicen que el ave divina,

trocada en pobre gallina,

por obra de las tijeras

de aquel sabio profesor

(fue Kant un esquilador

de las aves altaneras;

toda su filosofía,

un sport de cetrería),

dicen que quiere saltar

las tapias del corralón,

y volar

otra vez, hacia Platón.

¡Hurra! ¡Sea!

¡Feliz será quien lo vea!

La inspiración de Machado, enunciada a través de la alegoría de las aves, para hablar de temas profundos de la filosofía, fue celebradapor Juan Ramón Jiménez, en una carta donde le dice de su obra: “…Tal vez sean los Proverbios y Cantares lo que más me gusta de tu admirable libro último…”

Y no pudo ser de otra manera, pues el amor de Antonio Machado por las aves y su agudeza de pensamiento, eran fruto de su contemplación de la campiña andaluza, aunque, aunque de cierto se sabe que esa querencia y su ingenio le venía de más lejos. Su abuelo Antonio Machado y Núñez, estudioso de los pájaros y de la fauna, fue quien inició la estirpe intelectual de este apellido en los ámbitos de la ciencia, la filosofía y las artes en Sevilla, ya que fue padre del folclorista Antonio Machado y Álvarez y abuelo de los geniales poetas Antonio y Manuel Machado.

Su obra, Catálogo de las aves observadas en algunas provincias andaluzas, acercó muchísimo al poeta de Proverbios y Cantares a los pájaros más de lo que uno puede imaginar, como ocurrió esta mañana que pensando en Machado amaneció con una sinfonía de color y melodías que me hicieron recordar los años en que viví en el cabo del poblado, exactamentedonde terminaba el pueblo y comenzaba las maravillas del monte.

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