El universo de los cuentos con moraleja, con algún final que si no era feliz al menos era honesto, estaba más arrebatado que faenas bellas de Talavante y con espíritu bohemio tan flamenco con la muleta de Morante.. El mundo de la palabra en danza!
Qué bien, no?
Por una parte estaba el cuento hermoso y puro que narraba sobre un niño educado y agradecido que vivía contento a la vera santa, y sana, de unas monjas; y quería ser torero! Y ellas rezaban por sus ilusiones… Esperanza y arte.
Bendita afición..
Por otra parte estaba el cuento que pudo ser más negro que el miedo y no lo fue. No lo fue porque Dios acarició la sonrisa buena de ese que se llama Román; y los ángeles en la tierra: los médicos, curaron el dolor de su ley y su verdad!
En otra esquina estaba el cuento alegre. Era sobre alguien que se adentraba despacito, pero con firmeza, en los senderos mayores. Guerrero noble preparado para la batalla de esas pruebas de acceso a la universidad que cada año separan los nervios del verano..
Más allá estaba también el cuento que nacía de la muñeca torera de Sebastiàn. Latiendo su corazón fuerte antes de que su arrojo pisara el ruedo de Las Ventas. Cuento el suyo de entereza y valentía. De la mano de un padrenuestro susurrado, susurrado..
Y así cada cuento versaba sobre historias interesantes y únicas. Algunas sobre seres románticos propios de los tiempos del Cid con ideales de pureza y alma férreos y blancos: sobre seres que importan… qué cuentos tan gratos esos…
Y todos esos cuentos, los de la verdad con uve mayúscula, cantaban. Eran alegría!
Dedicado a Romàn
A los médicos
A Sebastiàn Ritter
A mi amiga Pau
A Carlos Carrasco Bordas, suerte!
A Luis
A Morante
A mi mago
A los cuentos
A la gente que lee
A cada monja, qué bondad la suya!
A Jordi: el niño torero de las monjas. Mi primera historia para ti
Al jefe
A seres románticos y guerreros: los Cid de hoy
