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La única estrategia, el debate de la legalización de las drogas

Rene Verde Pinzón
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Por: Edmundo René Verde Pinzón.

Apocalipsis 13:17. Y que ningún hombre pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre.

A propósito de lo ocurrido en Culiacán, Sinaloa, la oleada de
violencia solo tiene una explicación científica y esa es “LA PROHIBICIÓN”; para
entrar a este debate deben analizarse tres sustancias adictivas que han
acompañado a la humanidad prácticamente desde sus inicios; el alcohol, el
tabaco y el cannabis.

La prohibición de vender bebidas alcohólicas[1],
de acuerdo a Blocker et al. (2003; cfr) estuvo vigente en los Estados Unidos de
1920 mediante la Enmienda XVIII y hasta la Enmienda XXI en 1933. El movimiento
por la Templanza iniciado en Norteamérica, vinculaba al alcohol con un clima
general de decadencia, prostitución, pobreza, enfermedades y delincuencia. Este
movimiento logro la prohibición total en la manufactura, venta, y el transporte
de bebidas alcohólicas en Estados Unidos; estas medidas aún cuando produjeron en
la población una sobriedad récord, también tuvo efectos secundarios, ya que se
inició la producción clandestina de alcohol, provocando no solo un auge
considerable del crimen organizado y en consecuencia de delitos como robo extorsión
y asesinato, sino también alcohol adulterado con resultados dramáticos de
intoxicación. El resultado fue que antes de la prohibición había 4000 reclusos
en todas las prisiones federales, pero en 1932 había 26 859 presidiarios, Incluso
figuras públicas como Rockefeller que apoyo el inicio de la prohibición
reconoció que ésta llevo al auge de las bandas criminales.

Por otra parte, la nicotina, un sedante y estimulante nervioso,
es una sustancia adictiva que activa la dopamina en el sistema nervioso
central. Rubio y Rubio (2006: cfr)[2]
Señalan el dato curioso sobre el embajador de Francia, Jean Nicot, quién lo
recomendó en su forma de polvo inhalado nasalmente a la reina de Francia,
Catalina de Médicis, como remedio a las cefaleas; extendiéndose su uso entre
los Nobles de Europa, más tarde la costumbre de fumar, introducida por Sir
Walter Raleigh en la corte de Isabel I, genero la percepción de su uso
aristocrático. Posteriormente fue prohibido el tabaco mediante la excomunión
dictada a los fumadores por el Vaticano; inclusive en diversos países se
dictaron penas que iban desde el arresto hasta la horca y la decapitación. Sin
embargo, fue el Papa Alejandro VIl, quién estableció el primer impuesto en el
mundo sobre el uso del tabaco, en el año de 1660 y Benedicto XII el primero en establecer
la primera fábrica pontificia de tabaco en 1779, a partir de ello, el cobro de
impuestos al tabaco ha sido adoptado por la mayoría de los países y ha impedido
la proliferación de crimen por su causa, por el contrario, se ha invertido en
su prevención y rehabilitación.

Ahora bien, la legalización del cannabis tiene que analizarse
en principio desde la perspectiva del consumo, ya que el problema se presenta
en razón de que las sociedades muy desarrolladas y con alto ingreso per cápita
son considerados como consumidores y los países en desarrollo como productores
o de tránsito. La Encuesta nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco
(Encodat 2018: cfr)[3] respecto
de la estadística de consumo de cannabis, nos dice que, dentro del consumo alto
se ubicarían: Australia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos y Gran Bretaña; Al
rango de consumo medio corresponden: Alemania, Chile, España y Francia; Dentro
del grupo de países con consumo bajo se encuentran: Bélgica, Bolivia, Colombia,
Costa Rica, Finlandia, México, Panamá y Suecia. Sobre la cocaína en todas sus
formas nos señala que existe un alto consumo de cocaína en países como
Australia, Canadá, España y Estados Unidos; y consumo medio en países como;
Colombia, Chile, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, México, Panamá, Perú y
Suecia; y en el rango menor se encontrarían Bélgica, Bolivia, Costa Rica y
Finlandia. En este sentido México sería un país esencialmente productor y de
tránsito, con niveles de consumo al alza en drogas duras, pero aún en control
social, no así en su proceso de producción y traslado, que ha generado el
empoderamiento del crimen organizado.

La salud pública, que por cierto era uno de los principales
pretextos que justificaban la prohibición de la marihuana, en las entidades que
han legalizado el consumo de cannabis, como Colorado en Estados Unidos, se han
prescrito significativamente menos fármacos a pacientes y se ha registrado una
disminución importante en el consumo de alcohol. La cuestión es que la
legalización de las drogas elimina la estigmatización de su consumo, en los
países donde se ha legalizado el cannabis ahora se persigue a los
narcotraficantes de drogas duras y sintéticas, eventualmente también tenderán a
legalizarse.

Lo cierto es que, la legalización debilita al crimen
organizado, que tendría que competir con otros grandes corporativos, como, por
ejemplo; las farmacéuticas. Su impacto en la economía genera la regularización
de la compra y venta fuera de la oscuridad del sistema, la regularización
acabaría con impondría como mínimo impuestos al consumo, obliga a crear sociedades,
declarar ingresos, contratar empleados, seguridad social, sindicatos, todo
fuera del uso de las armas. Si se sigue, por ejemplo, el modelo canadiense de
regulación estatal, con operadores públicos de concesiones y licencias como en
la regulación sanitaria del alcohol y el tabaco en México, los ingresos
derivados de su actividad retribuirán directamente al erario.

El debate debe abrirse de forma seria en el Congreso de la
Unión, ya la Suprema Corte [4]ha
advertido en diversos criterios que la libre determinación o libre desarrollo
de la personalidad es un derecho fundamental que no debe restringirse por
regulaciones administrativas, lo cual ha permitido el debate sobre siembra,
cultivo, cosecha, elaboración, preparación, acondicionamiento, posesión,
transporte, empleo, uso y consumo de la marihuana.

No hay que temer al mal olor que despide, es peor el baño de
sangre.

[1] Jack S. Blocker et al. eds
(2003). Alcohol and Temperance in Modern History: An International
Encyclopedia. ABC-CLIO.

[2] Rubio Monteverde Horacio y Rubio Magaña Alessandro.
2006. “Breves comentarios sobre la historia del tabaco y el tabaquismo”.
Revista
del Instituto. Nacional de Enfermedades Respiratorias. Mex. vol.19 no.4 300pp.

[3] Secretaria de Salud. (2018) “El consumo de drogas en
México: Diagnóstico, Tendencias y Acciones”. Encuesta nacional de Consumo de
Drogas, Alcohol y Tabaco 2017-2018.documento web consultado el 21 de octubre de
2019. En
http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/CDM1-5.htm

[4] Primera Sala SCJN. amparo en revisión 237/2014.

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