Yucatán se distingue, del resto de la república, por sus condiciones óptimas para el desarrollo debido a que goza de la seguridad pública que gran parte del país ha perdido.
Nuestra entidad se percibe ante México y el mundo, como el paraíso mexicano, el oasis donde puede uno vivir en paz, sin la amenaza constante de ser víctima de levantones, extorsiones; verse en medio de balaceras a plena luz del día en los espacios públicos o los restaurantes, tampoco se tiene nota de grupos armados del crimen organizado que asfixien a los comercios y establecimientos locales con el cobro del “derecho de piso” algo muy frecuente, en el vecino estado de Quintana Roo, particularmente en Cancún y, sobre todo, en Solidaridad (Playa del Carmen), cuyo niveles de criminalidad aumentaron de forma estrepitosa con la actual administración municipal.
En México y el mundo, Yucatán está siendo promocionado como el lugar donde pueden comprarse grandes extensiones de tierra a “bajo costo”, a manera de “inversión”, aunque en realidad se trate del gran fraude que significan los famosos lotes de inversión y,aunque este tema merece un artículo en particular, lo menciono porque, esto ha hecho atractivo el estado para inversionistas de otras partes del país y del mundo, de cuyas fortunas o recursos, suele desconocerse el origen.
Yo, como muchos yucatecos, también he incursionado en los bienes raíces. Recientemente, dos conocidos que continúan dedicados a la compleja labor de vender propiedades me compartieron la enorme preocupación que tienen por el desequilibrio que se está generando con la llegada de “inversionistas” a Yucatán, de los que se sabe muy poco o casi nada y tampoco de la actividad o las motivaciones que los traen a “invertir” a Yucatán.
Esto me lo externaron después de relatarme queambos, con distintos clientes, con propiedades distintas – aunque ambas en el Centro histórico de Mérida o rumbos cercanos-, fueron víctimas de un atraco, situación que, según me comentan, se ha estado repitiendo en la ciudad durante los meses más recientes con otros asesores inmobiliarios.
La ejecución del atraco funciona de la siguiente manera: en cuanto los asesores (brokers) cierran una operación, el cliente (vendedor) los cita en un sitio específico donde les hacen entrega de la parte que corresponde a la comisión por la venta (varía entre el 5% y el 6%); toman el efectivo y, en cuanto se retiran, son seguidos hasta su lugar de destino, donde son asaltados por sujetos armados que ya tienen conocimiento de que llevan una cantidad de dinero en efectivo. Por la discreción que me pidieron sólo puedo revelar que, los dos clientes vendedores, son originarios del estado de Jalisco.
No es posible plantear que, por el hecho de ser de ese estado, detrás de ellos se encuentran operadores de algún grupo criminal, pero sí es motivo suficiente para que las autoridades pongan sus ojos sobre el negocio inmobiliario y en quienes están viniendo de otros estados o de otros países para adquirir propiedades en Mérida y otros municipios de Yucatán, dado que es conocida la forma de blanquear dinero mediante la adquisición de bienes inmuebles, simulando operaciones “lícitas”, esto sin tomar en cuenta la serie de delitos que cometen los propios presidentes municipales y los comisarios, al vender tierras ejidales y de fundo legal como si fueran propiedad privada, situación que favorece a que estos grupos se introduzcan en todo el estado.
Como yucatecos debemos tener presente que, por encima de toda ideología, pensamiento, religión, partido o grupo político e inclusive, cualquier interés económico se encuentra la seguridad de nuestro amado Yucatán.
Como sociedad debemos entender que, no hay precio que pueda valer las condiciones de paz y tranquilidad que nos permiten disfrutar de la calidad de vida que cualquier lugar de México desearía en este momento.
Yucatán es lo que es gracias a que lo hemos construido con base en la unión de los esfuerzos de todos los sectores, tanto de lo público como de lo privado, siempre encaminados a proteger nuestro terruño y a nuestra gente.
El sector privado está obligado a contribuir con mantener y mejorar la seguridad pública en el estado y, por ende, la paz y la tranquilidad, pero más responsabilidad tienen aquellos que están a cargo de la seguridad y, por supuesto, de la procuración de justicia.
Si algo no esta en duda, es la notable labor que el comandante Luis Felipe Saidén Ojeda ha hecho al frente de la Secretaría de Seguridad Pública del Yucatán, basta con mirar las estadísticas de las demás entidades federativas de la república para reconocer – en su justa dimensión- que no es cosa menor lo realizado en materia de seguridad en Yucatán, al paso de los años.
Me atrevo a decir que, por un lado, es gracias a los gobiernos yucatecos conscientes y a otros factores como la promoción de la cultura, las artes y la educación, el combate a la pobreza (algo a lo que hoy contribuye el gobierno federal con todos los Programas para el Bienestar); y, por otro, a la disciplina y compromiso que ha demostrado el propio Secretario Saidén Ojeda y su equipo, en el celo que ha puesto en el cumplimiento de su deber, que aún gozamos de paz y seguridad, sin embargo, ni el Comandante y su equipo son eternos. Es necesario formar nuevos cuadros, no sólo preparados y capacitados en las tareas policiacas, sino que amen profundamente esta tierra, a la cual todos nos debemos y en la que queremos ver crecer a nuestros hijos y nietos, sanos y rodeados de armonía, paz y solidaridad por sus semejantes.
De Yucatán, cuidamos todos.