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Pascal Beltrán del Rio
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Por: Pascal Beltrán del Río. 

VARSOVIA.- Grzegorz, un conductor de taxi que vive en
la provincia polaca de Subcarpacia, se quiere casar. Para ello está
construyendo su casa. Sin embargo, descubrió que de un día para otro la
tonelada de acero había subido de siete mil zlotys (unos 35 mil pesos) a nueve
mil. “Todo por culpa de los rusos”, me dice, encogiéndose de hombros.

Hasta hace unos días, buena parte del acero que se
vendía en Polonia era de origen ruso. Este país está entre los 12 principales
importadores de acero del mundo y Rusia entre los tres primeros exportadores.

Ahora, con la prohibición, por parte de la Unión Europea,
de comprar muchos productos rusos, el precio del acero se incrementará, pues
habrá que traerlo de Asia, lo que ralentizará el tiempo de entrega y aumentará
el costo del transporte.

“Guerra es igual a inflación”, me dice Piotr Arak,
director del Instituto Económico Polaco, un centro de estudios público que
provee de información y análisis al gobierno para fundamentar la toma de
decisiones.

Conversamos en su oficina, en la calle Jerozolimskie
de esta capital. No tiene duda de que las sanciones económicas contra Rusia
traerán dificultades para Polonia y muchos países de la Unión Europea, como son
un menor crecimiento y una mayor inflación. Para sustituir muchas importaciones
de Rusia no hay alternativas ideales.

Eso implica que Grzegorz quizá no vaya a terminar su
casa a tiempo para la boda. Porque, además, desde que comenzó la invasión rusa
a Ucrania el precio del combustible que le pone a su taxi está 15% más caro.

“Muchos europeos van a sufrir por estas sanciones”,
admite Arak. “Pero esto no debemos verlo como un tema simplemente económico. La
decisión de aplicar las sanciones es algo que atañe a nuestros valores. No
debemos quedarnos inmóviles ante el bombardeo contra civiles. Si por oponernos
a eso y defender nuestros ideales hay que sufrir, ni modo. Créame, los
ucranianos están sufriendo mucho más”.

Me quedo pensando en el tema de los valores. Europa
pudo reconstruirse después de la Segunda Guerra Mundial gracias a que apostó
por un sistema democrático. Ese sistema dio mejores resultados en términos de
bienestar social que el socialismo tutelado por la Unión Soviética.

Para comprobarlo, basta ver lo que ha sucedido en
Polonia, que lideró la apertura de la Cortina de Hierro. Entre 2000 y 2019,
dobló su ingreso per cápita. Se convirtió en uno de los países con ritmo de
crecimiento más rápido del mundo.

“Hoy el polaco promedio es más rico que el ruso
promedio y eso es algo que no gusta nada en Moscú”, me dice Arak. “Lo ven como
una amenaza”.

Sin los valores democráticos, ese mejoramiento del
nivel de vida en Polonia no hubiera sido posible. Por eso, los polacos –que se
han volcado para ayudar a los refugiados ucranianos– no parecen dudar de la
decisión de aplicar sanciones a Rusia, aunque eso signifique penurias en casa.

En México, ¿en qué valores creemos? El presidente
Andrés Manuel López Obrador ha puesto por delante “la solución pacífica de las
controversias” al fijar la posición del país en esta coyuntura. Pero ¿cuál es
la controversia? Aquí no la hay. Que un país invada otro no es una
controversia, sino una violación flagrante del derecho internacional.

Más allá de haber suscrito la resolución del Consejo
de Seguridad de la ONU en la que se condena la “operación militar especial” de
Vladimir Putin, ¿vamos a actuar como si nada hubiera pasado? ¿Seremos uno de
esos países que sigue comprando acero y otros productos de Rusia sin inmutarse?
¿Aceptaríamos un vuelo de Sheremetyevo a Santa Lucía de Aeroflot igual que
aceptamos uno de Maiquetía, de la línea venezolana Conviasa, sólo para poder
decir que el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles tiene “conexiones
internacionales”?

Qué pequeño se ve México en el tablero del debate
internacional. Qué pobreza dedicar nuestra discusión pública a lo que dice o
deja de decir cada mañana el Ejecutivo. Qué lástima que nuestros valores no nos
den para denunciar hoy la invasión de Vladimir Putin como denunciamos la de
Benito Mussolini contra Etiopía en 1935, una de las páginas más brillantes de
la diplomacia mexicana.

Pascal Beltrán del Rio
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