Un investigador holandés en seguridad informática descubrió cómo una empresa china almacenaba datos detallados de más de 2,5 millones de personas en el país asiático, según reveló él mismo por Twitter y contó posteriormente al servicio chino de la BBC.
Se trata de la empresa SenseNets, creada en 2015 y especializada en inteligencia artificial.
Entre sus clientes o socios, se encuentra la policía de diferentes provincias o ciudades de China, según se precisa en su página web.
Victor Gevers, quien descubrió la fuga de datos de la firma y se define a sí mismo como “hacker” en Twitter, explicó a la BBC que cualquiera pudo acceder a esa información durante meses, desde julio de 2018.
También dijo que gran parte de los datos de SenseNets se registraron en la región autónoma de Xinjiang (también denominada Sinkiang), y parte de la información corresponde a ciudadanos de etnia uigur y otras minorías musulmanas que habitan en esta zona del oeste de China.
Xinjiang está en el punto de mira internacional después de que organizaciones de derechos humanos e incluso expertos de la ONU denunciaran el internamiento masivo de uigures y otros ciudadanos musulmanes en “campos de adoctrinamiento”.
Pekín, por su parte, defiende los controles impuestos en la zona y la creación de “centros educativos” en aras de acabar con el “terrorismo” y el “extremismo religioso”.
El “hallazgo”
Gevers, quien trabaja para la organización sin ánimo de lucro GDI Foundation, publicó su “hallazgo” la semana pasada a través de una serie de comentarios en Twitter.
El especialista alertó sobre el error de protección de datos de la compañía y detalló que cualquier persona podía acceder a la información personal de las más de 2,56 millones de personas que aparecían en esa base y que contenía desde sus números de identificación personal hasta sus empleos o fotografías de reconocimiento facial.
Una muestra de los nombres recogidos por Gevers de la base de datos son nombres comúnmente utilizados por ciudadanos de etnia uigur musulmanes, según comprobó el servicio chino de la BBC.
No obstante, este medio no pudo identificar de manera independiente la veracidad de esos datos.
El especialista también explicó que la base de datos recogió los movimientos de las personas en el sistema en un periodo de 24 horas: un total de 6,8 millones de “desplazamientos” por puntos marcados por la firma, como “hoteles”, “comisarías de policía” o “cibercafés”.
Gevers aseguró que contactó a la empresa para que pusiera solución a lo ocurrido en cumplimiento del protocolo de su fundación.
Según la página web de la compañía con sede en la ciudad sureña de Shenzhen (considerado el Sillicon Valley chino), SenseNets ofrece productos como sistemas de reconocimiento facial, de análisis de multitudes o de seguimiento de personas con una combinación de tecnología de inteligencia artificial y seguridad.
La firma menciona algunos proyectos que llevó a cabo, como la creación de un laboratorio de tecnología de reconocimiento facial con la policía de la ciudad de Lianyungang, cerca de Shanghái, o la colaboración con las autoridades de seguridad pública de la provincia de Cantón (sur) en el reconocimiento facial para protestas.
“Sin juicio ni cargo”
No solo las autoridades chinas utilizan tecnología de reconocimiento facial. Este tipo de sistemas también están siendo probados o puestos en práctica en países como Estados Unidos, Reino Unido o India.
En el caso de China, Pekín ha promovido la integración de esta tecnología con su red tradicional de vigilancia por video, argumentando razones de seguridad.
Estas medidas han generado preocupación por la posibilidad de que violen la privacidad y faciliten la persecución de disidentes y minorías, como denuncian grupos de derechos humanos.
En Xinjiang, en concreto, se acusa a las autoridades chinas de haber creado un “Estado policial”.
El año pasado, Human Rights Watch (HRW) denunció en un informe detenciones masivas y arbitrarias de musulmanes que residen en esta región autónoma del país, a los que “se tortura y adoctrina en una campaña de abusos sistemáticos que no se ha visto en el país en décadas”.
La ONG afirmó que los internos en los llamados “centros de reeducación” son forzados a aprender mandarín y entonar cánticos del gobernante Partido Comunista.
Preguntado por este informe, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Geng Shuang, consideró que HRW es una organización llena de “prejuicios” sobre China.
“La serie de medidas implementadas en Xinjiang están diseñadas para mejorar la estabilidad, el desarrollo, la solidaridad y (…) acabar con las actividades separatistas étnicas y los crímenes terroristas y violentos”, defendió Geng.