El sector restaurantero de Cancún atraviesa una crisis profunda, comparable a la que se vivió en los años más duros de la pandemia. Según reportes recientes, “el sector restaurantero de Cancún atraviesa por su peor crisis, comparable incluso con los años de la pandemia de coronavirus de 2020 y 2021”.
Diversos factores convergen para generar esta situación alarmante: una caída en el flujo de turistas, el aumento de precios e insumos provocado por la inflación y la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores. En Quintana Roo, alrededor del 50 % de los restaurantes han tenido que recurrir a créditos para cubrir sus gastos operativos y mantenerse a flote.
Los restauranteros señalan que muchos comensales han reducido su frecuencia de visita. Lo que antes era acudir tres o cuatro veces por semana, ahora se limita a uno, incluso ninguno, lo que ha impactado severamente sus ingresos. Las presiones también se sienten en los costos: la subida de precios en servicios e insumos deja poco margen de maniobra.
El panorama para los trabajadores también es preocupante. Muchos empleados han sido despedidos, otros han visto recortados sus salarios hasta en un 50 %, y los que permanecen dentro del negocio reciben pagos reducidos o trabajan por turnos mínimos. En algunos establecimientos, los colaboradores fueron desplazados de forma temporal o definitiva para evitar tener una “sobrepoblación” de personal frente a cero huéspedes.
Asimismo, el sector restaurantero es dependiente de la actividad turística: al disminuir los visitantes, el consumo en restaurantes cae directamente. Ello provoca una cadena de efectos negativos que se refleja en el desempleo, el deterioro de condiciones laborales y un ambiente de incertidumbre para quienes dependen de ese sustento.
En este contexto, los empresarios están buscando estrategias de supervivencia: renegociar con proveedores, ajustar sus menús, reducir costos y recurrir a financiamiento externo. No obstante, las expectativas de una recuperación no lucen prometedoras en el corto plazo, pues la combinación de debilidad económica nacional, inflación y una retomada limitada del turismo complican el panorama.
En suma, el sector restaurantero en Cancún vive una situación crítica y urgente. De no adoptarse medidas estructurales que impulsen su reactivación, muchas unidades podrían desaparecer, con consecuencias sociales y económicas que afectarían a trabajadores, inversores y la comunidad local en general.


