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Nuestras raíces

Jordy R. Abraham Martínez
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Sobran los motivos, por: Mtro. Jordy R. Abraham Martínez.

JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham 

La migración es un fenómeno tan antiguo como la propia civilización humana. Los factores que fomentan la movilidad de las personas hacia distintos países son múltiples y complejos, además de atender a contextos sociales e históricos variables. En ocasiones, se llevan a cabo exilios masivos por razones de necesidad ante la adversidad que se sufre en el suelo patrio. Otras tantas veces, es la oportunidad de un mejor futuro la que motiva a los pobladores a viajar más allá de las fronteras.

Sea cual fuere la causa, lo cierto es que el migrante es acompañado recurrentemente por un sentimiento de nostalgia hacia su nación natal. Por lo general, al asentarse en territorios foráneos, las familias procuran conservar aquellos valores que los identifican con su lugar de origen. Más aún, quienes migran tienden a buscar a sus connacionales al llegar a su destino, para así crear redes de apoyo significativas que les ayuden a consolidar lazos de solidaridad e identidad fortalecida. La diáspora libanesa en América Latina, la comunidad judía en Estados Unidos o los núcleos musulmanes en Europa Occidental, son prueba de ello.

El compromiso por parte de los migrantes por preservar los principios característicos de su tierra, se traducen en un esfuerzo importante por inculcar, de generación en generación, justamente estos atributos. De tal modo, no solo se fomenta el gusto por aspectos como la gastronomía o la espiritualidad, sino que, de igual forma, se trabaja en cuestiones como el respeto, la honorabilidad y la fraternidad.

Sin duda, la tradición migrante ha sido sumamente enriquecedora para muchas culturas alrededor del mundo. El encuentro entre diferentes perspectivas, no debe ser visto como punto de conflicto, sino como oportunidad de crecimiento y desarrollo humano. La fusión de tradiciones, ritos y costumbres, suele traer como resultado una pluralidad sana fundada en el respeto y la tolerancia. Cuando en una sociedad estos valores se viven cotidianamente, la sensibilidad comunitaria se nutre de manera extraordinaria.

Grandes sectores de la población tienen raíces foráneas heredadas por sus ascendientes. Esto es motivo de orgullo para muchos, quienes aún conservan varias de las tradiciones culturales de sus lugares de origen. Cultivar los valores y las buenas costumbres siempre será un activo social que beneficie al bien común. Si la identidad nos incita a ser mejores personas, por supuesto debemos reforzar los vínculos que nos unen con nuestra patria ancestral. Estrechemos los valores que nos hacen recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Jordy R. Abraham Martínez
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