Decían, les decían, que es terrible tener tal hambre que el cuerpo amenace con romperse en pedazos, pedazos de dolor y de ausencia y de ganas de comer. Decían, les decían, que duele el hambre cuando aprieta tanto que asfixia; que cuando los zapatos están muy rotos por la vejez y por el uso por ellos se cuelan el agua y el frío y el miedo y la pobreza. Decían, les decían, que en Sevilla, la bella Sevilla, un día de enero de 1846 nació la que hoy es Santa Ángela de la Cruz…
Les contaban como ella y su bondad infinita y las Hermanas de la Cruz cruzan las calles sevillanas para ir allá donde hay hambre, donde hay miedo, donde hay llanto. Con cuarenta y tres grados bajo el calor, contra la tormenta, siempre. Y siempre con una sonrisa.. y una palabra que alimenta. Y la fe! Se lo contaron en el pasado, ayer, en el presente, hoy… Se lo cuentan a los niños los padres y los abuelos que cuentan cosas que de verdad importan, y es algo que se narra. Y que ocurre…
Y muchos niños saben que las Hermanas de la Cruz, desde hace mucho mucho mucho tiempo, son la alegría de Sevilla con su inmensa nobleza. En Sevilla! En Sevilla tuvo que ser… Donde abril es arte, donde nacen los sueños, donde los toreros acarician la Puerta del Príncipe, donde el cielo es andaluz, donde se engrandecen los lances del toreo, donde hay bancos que reciben palabras de sensatez, donde Jesús del Gran Poder embellece la noche de tal manera que más bonita no puede ser..
A la generosidad de Santa Ángela y de las Hermanas de la Cruz
A Sevilla, mis sevillanos
Al toreo
A los que engrandecen los lances del toreo
A los bancos de la calle Asunción
A mi querido Luis
A lo que de verdad importa
