Mérida, Yucatán — Bajo la moderna capital del estado de Yucatán, una red de túneles antiguos sigue alimentando mitos, leyendas y debates entre historiadores, arqueólogos y vecinos del Centro Histórico. Estos pasadizos subterráneos, que han sido descubiertos en diferentes puntos de la ciudad, forman parte de un legado poco documentado, envuelto en teorías sobre su origen y propósito.
Un secreto bajo los pies
Desde hace décadas, se han registrado hallazgos de túneles y cámaras subterráneas en diversos inmuebles del centro de Mérida, especialmente en edificaciones coloniales como antiguos conventos, iglesias, casonas señoriales e incluso en edificios gubernamentales. Algunos vecinos relatan cómo, durante remodelaciones, albañiles se han topado con pasajes de piedra que se extienden más allá de los cimientos visibles.
Uno de los puntos más conocidos es la Catedral de San Ildefonso, donde se han reportado accesos a túneles que —según las leyendas— conectaban con el antiguo Palacio de Gobierno o con el exconvento de San Francisco. También hay registros orales de pasajes en la Casa de Montejo, el Ateneo Peninsular y algunos antiguos colegios religiosos.
¿Para qué se construyeron?
El propósito de estos túneles ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Algunos investigadores creen que fueron diseñados como vías de escape o resguardo durante conflictos armados en la época colonial, como revueltas indígenas o saqueos piratas. Otros sostienen que pudieron servir para fines estratégicos o logísticos: transporte de víveres, paso de clérigos, ocultamiento de tesoros o incluso como criptas y cámaras funerarias.
Otra teoría es que estos túneles tienen un origen prehispánico, y que los conquistadores reutilizaron antiguos cenotes o cavernas interconectadas por los mayas para crear nuevas estructuras adaptadas a sus necesidades.
Túneles entre historia y leyenda
Lo cierto es que muchos de estos pasadizos han sido sellados, destruidos o inaccesibles por el paso del tiempo, el crecimiento urbano y la falta de investigación formal. A pesar de ello, persisten en la memoria colectiva como parte del imaginario místico de Mérida.
Las historias populares cuentan que en épocas de violencia social o persecuciones religiosas, personajes importantes escapaban a través de estas rutas secretas. Otros hablan de “guardianes” o fenómenos inexplicables dentro de los túneles, lo que ha alimentado también el interés turístico y esotérico.
Un patrimonio oculto por redescubrir
Actualmente, existen llamados por parte de algunos cronistas e historiadores para que se realicen investigaciones más profundas y que las autoridades incluyan estos túneles en los planes de conservación del patrimonio histórico subterráneo. Iniciativas similares en ciudades como Guanajuato o Puebla han demostrado que estos espacios pueden rescatarse con fines culturales, turísticos y educativos.
Mientras tanto, los túneles de Mérida siguen siendo un enigma bajo el concreto de la ciudad. Un vestigio oculto del pasado que nos recuerda que, debajo de nuestras calles, se esconde otra Mérida —silenciosa, en penumbra— esperando ser revelada.