La Revista

El centro de nuestra vida

Santiago Heyser
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De Ser a Ser, por: Santiago Heyser. 

Hay ocasiones en que nos sentimos atrapados, perdiendo
energía por enfocarnos en las necesidades de otros y la pasamos mal porque
nuestra vida gira alrededor de sus planes.

Es importante notar que, en realidad, nadie nos quita nuestra energía.
Los que perdemos energía, impulso, entusiasmo y motivación somos nosotros con
nuestras acciones, esto sucede cuando no tomamos las decisiones correctas o no
tenemos la actitud adecuada para asumir las consecuencias de nuestras acciones.

Nuestras acciones pueden ser buenas o malas a partir de buenas o malas
decisiones; cuando son buenas nos gratifican y cuando son malas nos enseñan y
ello nos permite crecer y mejorar, lo cual es bueno. El problema viene cuando
tomamos malas decisiones sin razonarlas o con expectativas falsas, entonces
viene la frustración y eventualmente la desesperanza, ya que no entendemos el
resultado y nada aprendemos, lo que nos lleva a culpar a otros o a la mala
suerte.

Si nuestra atención o actuación se centra en otra persona, es porque así
lo decidimos, generalmente con el ánimo de ayudar o, en ocasiones, para tener
un beneficio o alcanzar un objetivo. Al ser ésta una decisión personal tomada
libremente el resultado debería de enriquecernos, alegrarnos y motivarnos aun
cuando dejemos en segundo plano nuestras necesidades, ¿por qué?, ¡porque fue
nuestra decisión!, por lo que no tendría que pesarnos, y mucho menos hacernos
sentir que estamos perdiendo algo. Cuando sufrimos, normalmente es porque
decidimos hacer algo que no queríamos o aceptamos algo que debimos haber
rechazado, ya sea con alguien o con nosotros mismos y eso es un error, porque
comenzamos a vivir lo que no deseamos y nos frustra, nos desanima y perdemos la
alegría de vivir cada día. ¡Esto es lo que nos baja la energía!, no otra
persona. Lo que hay que hacer cuando nos encontramos en una situación así, si
no tomamos la decisión de decir ¡No! con oportunidad, es simplemente rectificar
y replantear nuestras prioridades para corregir rumbo. Si no lo hacemos, es muy
probable que inicie una sucesión de eventos desafortunados que comienzan cuando
responsabilizamos a otra persona de algo que nosotros decidimos, lo que nada
resuelve. Si ya hubo una equivocación en una decisión, hay que corregir, hablar
con amor, sinceridad y honestidad con la otra persona y compartir nuestros
pensamientos, emociones y las nuevas prioridades a partir de ahora. Es cuestión
de darse cuenta que cada quien es responsable de su propia vida, ya sea pareja,
familiar o amigo.

El amor abnegado no es útil
para nadie, sufrir por otra persona no es amor y termina por contaminar las
relaciones con manipulación y deberes ser
que solo están en la mente de cada quien. En mi caso, por ejemplo, vengo de una
familia de mártires: mi tatarabuelo se sacrificó para que el bisabuelo fuera
feliz, el bisabuelo, en lugar de ser feliz, se sacrificó para que el abuelo
fuera feliz, a su vez, el abuelo y la abuela se sacrificaron para que mi padre
y mi tío fueran felices; por su parte, mi padre decidió capitalizar toda esa
cadena de esfuerzos y sacrificios y, en lugar de sacrificarse para que yo y mis
hermanos fuéramos felices, el decidió ser feliz y predicar con el ejemplo para
que aprendamos a ser felices.

Cuando hay una despresurización en los aviones, las indicaciones de
emergencia dicen que primero hay que colocarnos la máscara de oxígeno nosotros
y después al acompañante (inclusive si es un niño), y la razón es muy simple,
no podemos ayudar a los demás si nosotros no estamos bien. Cuando cometemos el
error de poner en el centro de nuestra vida a otra persona, nos estamos
equivocando. La vida es un viaje individual que, si bien compartimos con otras
personas, éstas no debieran ser el eje de nuestra vida, ello nos deja
vulnerables y dependientes de terceras personas, perdiendo la autonomía y el
control de nuestra vida.

Si estamos alegres y en armonía con nuestras vidas, eso es lo que
contagiaremos a los demás. Esto no implica que en momentos o etapas de nuestra
vida nos debamos preocupemos de otras personas, al contrario, si es el caso,
ser compasivos, servir y ayudar seguro nos enriquece como seres humanos, pero que
sea porque así lo hemos decidido y el hacerlo nos hace sentir bien al margen
del resultado; así no sentiremos que por ayudar a otros perdemos nuestra
energía y podremos ser felices… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión.

Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx

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