El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se pronunció de manera contundente sobre la crisis migratoria que afecta a América Latina y otros países del mundo. Durante un reciente discurso, Petro aseguró que la solución a este complejo fenómeno no puede depender de medidas restrictivas como las deportaciones masivas, subrayando que el problema radica en las profundas desigualdades sociales y económicas que impulsan a las personas a dejar sus países de origen.
“Es una falacia pensar que las deportaciones son la solución. La inmigración es el resultado de años de inequidad, conflictos y crisis climática. Jamás aceptaremos condiciones que atenten contra la dignidad humana de nuestros migrantes”, expresó el mandatario colombiano, dejando clara su postura sobre la necesidad de abordar las raíces estructurales del problema.
Petro insistió en que el enfoque de las políticas migratorias debe centrarse en la cooperación internacional y el respeto por los derechos humanos. Según el presidente, “la región necesita solidaridad y no muros; necesitamos programas de inclusión que brinden oportunidades a quienes huyen de situaciones extremas”.
El mandatario también resaltó el papel de Colombia en la acogida de migrantes, especialmente venezolanos, y destacó los esfuerzos de su gobierno para implementar políticas que garanticen el acceso a educación, salud y empleo para esta población. Sin embargo, reconoció que aún queda mucho por hacer para consolidar un modelo de integración sostenible.
Estas declaraciones surgen en un contexto en el que muchos países, particularmente en el hemisferio norte, han reforzado medidas restrictivas para frenar la inmigración irregular, lo que ha generado tensiones diplomáticas y críticas de organismos internacionales.
Petro reiteró su compromiso de trabajar en conjunto con otras naciones de la región para buscar soluciones que promuevan el desarrollo y reduzcan las causas de la migración forzada. Su posición refuerza la visión de que el fenómeno migratorio no puede ser tratado únicamente como un asunto de seguridad, sino como una cuestión de justicia social que requiere una respuesta integral y humanitaria.
